Capitulo 5

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Clary no estaba segura de qué había esperado; exclamaciones de placer, tal vez algunos aplausos. En su lugar hubo silencio, roto sólo por Jace:

—En cierto modo, pensaba que sería más grande —comentó este.

Clary contempló la Copa que tenía en la mano. Era del tamaño de una copa de vino corriente, sólo que mucho más pesada. El poder latía en ella, como sangre corriendo por las venas.

—Es un tamaño perfecto —replicó Clary con indignación.

—Ah, es grande desde luego —repuso él en tono condescendiente—, pero de algún modo esperaba algo... ya sabes.

Gesticuló con las manos, indicando algo aproximadamente del tamaño de un gato doméstico.

—Es la Copa Mortal, Jace, no la Taza del Inodoro Mortal —se burló Isabelle

—¿Hemos acabado ya? ¿Podemos marcharnos? —pregunto con insistencia Scoot quien en ningun momento se habia movido de la puerta.

Dorothea tenía la cabeza ladeada, los ojillos brillantes e interesados.

—¡Pero está dañada! —exclamó—. ¿Cómo ha pasado?

—¿Dañada?

Clary miró la Copa con perplejidad. A ella le parecía que estaba perfectamente.

—Aquí —insistió la bruja—, deja que te lo muestre.

Y la mujer dio un paso hacia Clary, alargando las manos de uñas rojas para coger la Copa. Clary, sin saber el motivo, se echó hacia atrás. De improviso, Jace estaba entre ellas, con la mano flotando cerca de la espada que llevaba sujeta a la cadera.

—Sin ánimo de ofender —dijo con tranquilidad—, pero nadie toca la Copa Mortal excepto nosotros.

Dorothea le miró por un momento, y aquella misma extraña vacuidad regresó a sus ojos.

—Veamos —comenzó—, no nos precipitemos. Valentine se disgustaría si algo fuera a sucederle a la Copa.

Con un suave sonido metálico, la espada que Jace llevaba a la cintura quedó libre y la punta se detuvo en el aire justo debajo de la barbilla de la mujer. La mirada de Jace era firme.

—No sé de qué va todo esto —indicó—. Pero nos vamos.

Los ojos de la anciana brillaron.

—Por supuesto, cazador de sombras —dijo, retrocediendo hasta la pared cubierta por la cortina—. ¿Te gustaría usar el Portal?

La punta de la espada de Jace vaciló mientras él se quedaba mirando en momentánea confusión. Entonces Clary vio que se le tensaba la mandíbula.

—No toque esa...

Dorothea lanzó una risita, y como un rayo tiró hacia abajo de las cortinas que colgaban a lo largo de la pared. Estas cayeron con un sonido blando. El Portal situado detrás estaba abierto. Clary oyó que Alec, detrás de ella, aspiraba violentamente.

—¿Qué es eso?

Clary había llegado a atisbar lo que resultaba visible a través de la puerta. Turbulentas nubes rojas atravesadas por negros relámpagos, y una terrible y veloz forma oscura que se dirigía como una exhalación hacia ellos. Cuando Jace les gritó que se agacharan. El muchacho se dejó caer al suelo, derribando a Clary con él. Tumbada sobre el estomago en la alfombra, la muchacha alzó la cabeza a tiempo de ver como la veloz forma oscura golpeaba a madame Dorothea, que chilló, alzando los brazos. En lugar de tirarla al suelo, la cosa oscura la envolvió como una mortaja y su oscuridad pareció filtrarse dentro de ella igual que tinta penetrando en un papel. La espalda de la mujer se encorvó monstruosamente y toda su figura se alargó a medida que se alzaba más y más en el aire, su forma estirándose y reformándose. Un agudo tintineo de objetos golpeando el suelo hizo que Clary mirara hacia allí: eran los brazaletes de Dorothea, retorcidos y rotos. Desparramadas por entre las joyas había lo que parecían pequeñas piedras blancas, y Clary tardó un momento en darse cuenta de que eran dientes. Junto a ella Jace murmuró algo. Sonó como una exclamación de incredulidad. Cerca de él, oyó a Alec hablar con voz estrangulada.

Nuestro SecretoWhere stories live. Discover now