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Salí de casa en silencio, hacía un poco de frío por lo que decidí colocarme mi buzo preferido y caminar hasta la casa de Jade. Ella me había invitado a su casa para decorar, su festividad favorita se acercaba; Halloween, solo faltaban algunos días para ellos y quería dar una fiesta.
A mí no me entusiasmaba mucho Halloween, pero Jade me había exigido que la ayudase, y siendo sinceros, no me iba a negar.
Al llegar a su casa toqué un par de veces y esperé a que Jade abriese. Después de unos minutos, Jade finalmente abrió, tenía puesto un par de shorts negros y una camisa larga que llegaba hasta sus muslos.
—Entra rápido, afuera hace frío.—dijo en tono exigente.
Entré en silencio y caminé hasta el sofá, en la pequeña mesa de café habían varios materiales de decoración para Halloween y algunos disfraces viejos.
—Bien, ¿en qué puedo ayudarte?
—No tengo nada preparado, no tengo un disfraz y faltan cuatro días para Halloween.
—Veamos, aquí hay algunos retazos de cartulina que puedo usar para hacer algunas calabazas y colgarlas.—dije mientras me quitaba el buzo.—Y puedo conseguir calabazas ya las decoramos, ¿te parece?
—Perfecto, entonces yo prepararé mi disfraz.—dijo tomando uno de los disfraces.—¿Tú tienes uno?
—Sabes que no me gusta Halloween.
—Haré uno para ti.
Jade subió las escaleras de manera rápida. Sonreí por lo bajo y tomé un par de retazos de cartulina y empecé a recortar.
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Miré mi reloj, ya eran las once y media de la noche, ya tenía varias calabazas hechas con cartulinas, algunos fantasmas y unos sombreros de bruja. Las decoraciones antiguas de Jade estaban en la basura, decidí llevar las que estaban en el ático de mi casa para decorar.
—¿Ya terminaste?
Jade bajó de su habitación, estaba llena de lo que parecía ser lana y su cabello estaba amarrado en un tomate.
—Algo así, mañana buscaré las calabazas y algunas decoraciones que tiene papá en el ático.—dije mientras me estiraba.—Creo que ya me voy, es tarde.
—Tú mismo lo dijiste, es tarde, quédate. —dijo Jade mientras me pateaba la pierna.—Hay pizza congelada en la nevera.
—¿Tengo otra opción?
—No.
Jade me tomó por el brazo y me llevó hasta la cocina, empujándome adentro. Caminó hasta la nevera y sacó una caja de pizza con un par de porciones, las sacó y las colocó en una sartén.
—¿Vas a quedarte ahí o me vas a ayudar?
Sonreí y me acerqué. Pasar tiempo con Jade me gustaba mucho.
