El 14 de febrero. (Betty POV)

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Estacionó en un lugar particularmente muy ruidoso... No terminaba de identificarlo, y claro, con el antifaz tapando mi vista, tampoco.

-¿Qué es todo este ruido?
-Déjame quitarte esto de la cara.
Sentí su suave tacto y en un movimiento rápido, se hizo la vista.
-¿Helicóptero? ¿Qué tramas, Valencia?
-Un secuestro romántico para mi víctima favorita, amor.

Me ayudó a subir y emprendimos la marcha afuera de la ciudad... Y así el transcurso durante un buen rato... Ruidoso.

-Estoy comenzando a pensar que esto si se trata de un secuestro.
-¿Tan mala me crees?
-No eres tu... Son todas las películas de terror que hemos visto juntas.
-Ya casi llegamos.

Comenzaba a descender el helicóptero... "Un bosque, definitivamente esto no se tornaba mas romántico".

-Me estoy asustando.
-Te tendré que confesar todo, eres muy impaciente... Renté una cabaña por hoy, con jacuzzi y otras tantas comodidades.
-No traigo ropa para el bosque...
-No te preocupes, nos empaqué algo.
Estiró su brazo y sacó una maleta que yacía detrás de los asientos.
-Siempre piensas en todo.
-En la comodidad de mi amorcito, más que nada.

Bajamos y me puse unas botas, usar zapatilla no es muy cómodo entre la tierra y el césped. La cabaña era preciosa, parecía todo menos algo austero... Ella se terminó de cambiar, me tomó por la cintura y caminamos abrazadas mientras me presentaba cada rincón de aquel que sería nuestro lecho de amor.

-Aquí tenemos el baño...
Sentía sus labios recorrer mi cuello.
-Aja...
-Aquí está el jacuzzi...
Se me escapaban suaves gemidos.
-Si...
-Acá la cocina...
Seguía jugueteando con mi espalda, yo sentía que perdería el control en cualquier momento.
-Si damos unos pasos para acá, verás el balcón, con una vista hermosa...
-Marcela, estoy por perder la cordura si sigues así.
-¿Si?
-Pretty much so...
-Sigamos viendo lo que tiene este rincón que será nuestro por hoy.
-Te sigo...
-No, no te apartes.
No detenía sus caricias, pareciera que estaba probando mi resistencia.
-Marcela...
-Llegamos, esta es la habitación, aquí tenemos la cama... ¿Apoco no te parece linda? Le puse yo misma los cobertores rojos.
Se pavoneaba de haber tenido ese detalle pero yo solo pensaba en deshacer la cama.
-No aguanto, vamos a usar la cama.
-Pero, el día está precioso para salir...

Ese tono lleno de picardía mientras me quitaba el sostén, me provocaba totalmente. Para esto, seguía rodeando mi cintura con sus manos y caminando en sincronía detrás de mi. Fui directa y tomé su mano hasta deslizarla bajo mi pantalón. Opción más clara no había para hacerla entender lo mucho que deseaba el momento.

-No quiero salir.
-Pensé que aguantarías el juego un poco más.
-Ya tienes la mano ahí, úsala.
En un momento me hizo girar para estar frente a frente. Esa mirada no brillaba con la gentileza de otros días, estaba presenciando el deseo mismo encarnado en ese par de ojos color café con destellos de miel, se veía cierta malevolencia que me hacía temer un poco, pero también querer descubrir hasta donde llegaríamos.
-Me encanta que sé exactamente qué quieres que haga, pero quiero provocar hasta que realmente no puedas resistir más.
Se acercó y rompió la distancia con un beso, se limitó y fue breve para volverme a ver.
-No creo aguantar más.
-Lo sé, y yo tampoco, pero sabe mejor el deseo que acumulamos todo el día, a hacerlo de una.
Comenzó a desabotonar uno a uno los botones de la camisa de franela que vestía, que era suya, por cierto, mi sostén ya estaba en el suelo y mi respiración en el cielo. No me quitó la prenda, la dejó sobre mis hombros, abierta lo suficiente como para ver los escalofríos que sentía por cada movimiento suyo.
-Creo que yo también puedo seguirte el juego.
Dije entre jadeos.
-Esto no es solo para mi deleite, así que... Te invito a que te unas.
Dicho esto, en mi bolsa tomé un pequeño juguete en forma de bala, lo escondí entre mis manos y volví con ella.
-Listo.
-¿Si?
Estaba sentada al centro y frente de la cama, así que me posé detrás suyo, con el espacio suficiente como para alcanzar su cintura y sobre todo, su pantalón. Mientras le hablaba al oído, deslizaba ese algo entre sus piernas. Una vez puesto, saqué la mano de su ropa interior.
-Creo que ya se qué estás...
Lo encendí con el control que tenía en el celular. Guardó silencio y cerró los ojos queriendo ahogar un suspiro.
-Yo también sé jugar, y puedo hacerlo bien.
Lo apagué.
-¿Quieres salir a caminar?
-La pregunta es... ¿Podrás caminar?
Lo encendí de nuevo.
-Creo que... Puedo... Intentarlo.
Cada gemido contenido por morderse los labios, me hacía enloquecer, solo Dios sabe cuánto me moría por estar con ella.
-Muy bien, me voy a poner los zapatos, de nuevo.

Después de los negocios: B.E.N.Y. [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora