Capítulo 1

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Aunque apenas era visible el lugar donde se encontraba lo sentía familiar ese olor a granja, caminó a tientas solo escuchando crujir paja debajo de sus pies, estaba tratando de darle sentido a su entorno cuando una obscuridad asfixiante extinguió cualquier atisbo de luz, intentaba razonar lo que estaba sucediendo cuando un grito inundó el silencio, al penetrar ese sonido en sus oídos sintió como si le desgarraran una parte de si mismo, poco a poco el simple alarido se convirtió en un nombre que se repetía una y otra vez, no podía ver nada, la desesperación lo invadió y el poco aire que permanecía en sus pulmones se esfumó.

Quería ir hacia el origen del grito, pero no podía moverse algo lo detenía, un golpe sordo hizo que despertara de forma repentina.

El lugar donde antes estaba se había esfumado, ahora solo podía ver las estrellas pegadas en su techo que ya habían perdido su brillo dado que el sol comenzaba a entrar desde su ventana, pasó su mano por la frente secándose unas gotas de sudor, de nuevo escuchó un golpe que lo hizo sobresaltarse. Aún seguía sin reponerse, apenas e identificaba que se encontraba en su habitación.

—Mati, cariño, no vas a llegar.

Esa suave voz logró hacerlo aterrizar a la realidad, ya no se sintió tan ajeno a lo que tenía alrededor.

—Ya voy—respondió, sintiendo que la voz apenas y le salía.

Miró a un lado suyo, sobre su escritorio estaba su reloj-despertador que marcaba las 7:50, en efecto estaba a 10 minutos de que se le hiciera tarde, ni siquiera el molesto sonido de gallo que tenía por alarma había logrado sacarlo de aquel sueño o más bien pesadilla.

Aún permaneció un rato más inmóvil pese a la premura, tratando de calmar su corazón que latía como si hubiera corrido hasta el país colindante de ida y vuelta, no era la primera vez que soñaba algo así, estaba acostumbrado a constantemente despertar igual de alterado como estaba en ese instante.

Tomó una bocanada de aire antes de animarse a empezar su día, finalmente se levantó arrastrando los pies y comenzó a vestirse con prisa con el uniforme escolar y bajó corriendo hacia el comedor donde un rico desayuno ya lo esperaba.

Cuando se sentó, las personas que se encontraban en el espacio una ya sentada y la otra todavía sirviendo lo que faltaba de comida, lo examinaron tal como era costumbre desde hacía muchos años.

—¿Estas bien, querido? Te ves pálido —preguntó con preocupación mamá María que era la que estaba sentada a un lado suyo.

—Volví a soñar lo mismo —respondió aun desorientado.

—Insisto que debe ser algo de tu vida pasada— Comentó mamá Marta que traía un plato lleno de pan tostado.

—¿Cómo dices eso? —Cuestionó incrédula su mujer.

—Vamos, Lavoisier menciona que la energía no se crea ni se destruye solo se transforma, si nosotros somos energía por lo tanto solo vamos cambiando de cuerpo.

—Otra vez con la idea de las reencarnaciones— le respondió negando con la cabeza.

—¿Es posible? —Siempre hacia la misma pregunta cada que salía el tema.

—Creo que si lo es —respondió de forma misteriosa mamá Marta tomando asiento junto a su familia.

—Como puedes creer en algo así siendo una mujer de ciencia— reprochó mamá María mientras untaba mermelada en su pan.

—No puedo cerrarme a un solo pensamiento, el universo es más allá de solo ciencia.

Se sorprendía que su madre fuera tan abierta de mente, los científicos que había conocido gracias a ella mantenían una sola línea de pensamiento y tratar de sacarlos de ella se volvía una discusión, por eso es por lo que la mujer era considerada poco convencional para su carrera.

Si te volviera a encontrarWhere stories live. Discover now