IX

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— ¿Qué soy? ¿Una geisha o una oiran que entrega su cuerpo gratis?

Agitó su lacia melena entre sus manos de dedos rojizos y delgados que abrazaban sus mechones brillantes de seda mientras contemplaba la tempestad del mar violáceo penetrado por el atardecer de Inazuma. El agua envolvía sus piernas limpiándola de pecados y malas miradas. A la lejanía el apuesto albino de sus sueños reposaba su mirada en ella, se preguntaba como una persona con los luceros llenos de pesadumbre podría encontrarse tan tranquila apesar de ser forzada a un indeseado lucro. «Quiero dejar de verte, quiero que dejes de buscarme y yo de buscarte, pero no puedo alejarme de ti» pensó el samurái mientras retrataba en papel y con una simple pluma la escena que presenciaba de la geisha en una roca en el mar.

— ¡Mi anillo! —gritó la geisha—.
El vocifero de la geisha despertó a Kazuha del hipnotizador retrato de carne de T/N. La observó sumergirse al agua como un pez y sorprendido por el tiempo que tomó su amada se levantó a verla nadar entre los pecesitos que aleteaban en su cabellera. Por fin salió de su marina cueva, exaltada y despeinada se posó en la misma roca donde estaba sentada.

— Por la Shogun, ¿qué te ha pasado? —preguntó Kazuha—.

La geisha siguió tratando de recuperar aire hasta que finalmente pudo hablar.

— Me quité el anillo de compromiso para lavarlo, pero se me resbaló.

Kazuha recordó que hace aproximadamente tres años los dos anillos que portaba (el de compromiso y el de bodas) se le caían o los perdía momentáneamente. Esto Kokomi —la gran sacerdotisa de Watatsumi— lo tomó como una muestra de que debería dejar ir a Tomo, la geisha estuvo claramente ofendida ante el comentario, pero nunca llegó a molestarse con Kokomi. Lo pensó nuevamente; los dos deberían soltar a Tomo de su corazón, pero no lograban hacerlo.

— Es un anillo muy bonito, yo tampoco dejaría que se me perdiera —Kazuha sonrió, pero estaba muriendo internamente—.

— Sí, muy bonito como Haru —dijo T/N refiriéndose a Tomo—.

Kazuha pudo sentir como el corazón se le aceleraba y se tensaba cada que T/N hablaba sobre Tomo. No eran celos, era dolor, cada noche le pedía a los dioses que lo perdonaran por enamorarse de una mujer ajena. El samurái la veía a los ojos, esos orbes profundos que emanaban la más profunda tristeza que pudo haber visto. Ella se fue nadando tal como una sirena hacia la orilla del mar, parecía un acto de seducción que Kazuha como hombre no pudo evitar notar pues vio como el kimono de T/N se pegó a su cuerpo mojado dejando una pequeña muestra de lo que eran sus bragas y sus glúteos. El samurái suspiró con fuerza y palpó su pecho exasperante de emoción.

— ¡Es impuro pensar sobre ti de esta forma! Y tú no tienes ninguna otra intención.

Machacó los pensamientos carnales que tenía sobre ella. T/N, en su aire vivo y sus muestras de ingenuidad hicieron que Kazuha apartara todo pensar lujurioso que tenía de por medio a su geisha. Mediante la seguía ella estaba en silencio y cada que lo pillaba observándola esfozaba la sonrisa más dulce de Teyvat según describía Kazuha (era chistoso para él, pues de pequeña participó en un concurso de belleza con ese título y lo ganó).

— Está anocheciendo —comentó Kazuha—.

La geisha siguió caminando junto a él en completo silencio, pero no pudo evitar agarrar su mano y enredar sus dedos con los de él. Una sutil sonrisa se hizo presente en los finos labios del samurái.

T/N no se caracterizaba por ser paciente, pero esperó aturdida para que Kazuha y sus acompañantes completaran el sueño y sin embargo no sucedió.

— ¡Oye, geisha! —gritó el canino desde la borda del barco—. Ven acá, gatita, estás muy sola ahí.

— La sonrisa más dulce de Teyvat ya no me quiere —eructó—. No quiso hablar conmigo en todo el camino de regreso.

La geisha frunció el ceño ante el comentario de Kazuha y apenas notó que el samurái se distrajó se dirigió nuevamente al mar.

— Tú sabes, agua mía —comenzó a aflojar la cinta que enredaba su kimono— que yo intento seguir el consejo de Thoma, pero entre más estoy con Kazuha más caigo rendida ante él.

Dejó caer el obi en el suelo y procedió a quitarse el kimono. Al estar finalmente completamente desnuda sumergió su lívido cuerpo al agua. Sintió su blando líquido recorrer su tronco innerte de movimiento y parecía que las olas trenzaban su largo cabello.

— Pero ese fue el punto, aclarar lo que siento por él.

Cerró los ojos dejando reposarlos.

— Entonces ya lo sé completamente, yo amo a Kazuha no como amigo, sino como amante.

Tomó una bocada de aire y anegó su cuerpo en el profundo piélago violáceo. Parecía descansar en el agua que la adormecía como un bebé.

Los pecesitos empezaron a acercarse a ella y a jugar entre su melena con delicadez.

— ¡Ya sal de ahí! —voceó el albino a la orilla—.

La geisha sobrenadó hasta llegar a Kazuha y lentamente se acercaba a él. El samurái se inclinó hasta ver sólo sus ojos felinos contemplarlo.

— Dime la verdad.

— ¿Sobre qué? —dijo ella—.

El samurái apretó los labios y sintió las lágrimas pidiendo salir.

— ¿Me amas como lo dijiste anteriormente?

T/N se sentó de rodillas al frente de él. Apesar de estar desnuda sus pechos no eran visibled hacia él ya que estaba cubierta por su extensa lanosidad.

Ella puso sus manos en las rojizas mejillas de Kazuha y suspiró dejando ir su aliento oceánico.

— Claro que te amo de esa manera, llevo años amándote así.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes?

— No puedo recibir tu tacto porque me he enamorado de una guerra y nadie me dijo que había terminado —se acercó a él—. Y el mar es donde trato de venir siempre para olvidar lo que siento por ti.

Kazuha dejó salir la primera lágrima y la geisha se inclinó hacia él y lo besó con suavidad. Kazuha jadeó, perplejo, pero cerró los ojos y se dejó llevar, y sintió que algo estallaba en su pecho y que un extraño hormigueo recorría todo su cuerpo. Los labios de T/N acariciaron los suyos, con ternura, y cuando se separó de él, el muchacho se sentía tan débil que tuvo que apoyarse en el pecho de ella para no venirse abajo. 

* memorias de un samurái | kaedehara kazuha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora