SU VENENO

La bestia encontrada

Existía una pesadez persistente en sus ojos, un peso que sobrepasa su deseo por abrirlos y que lo incitaba a caer de nuevo en el mundo de los sueños, donde ocasionalmente se reencontró con su abuelo quien le hablaba sobre los tomos de magia antigua que estaban ocultos en la mansión que pertenecía a su familia, recordaba la primera vez que tuvo esa clase de sueños, se dio durante su cumpleaños número diez y divisó a su abuelo en un claro en el que jamás había estado, se sentaron juntos debajo de un árbol y allí él le habló sobre aquellos libros, en medio de su infantil ingenuidad los había buscado y se encontró con un cuadernillos en el que se describen toda clase de criaturas y el enfoque que se le daba no se veía en ningún texto, sus páginas estaban llenas de veneración y compasión.

Cuando sus ojos al fin le obedecieron y se mantuvieron abiertos fue capaz de detallar el lugar en el que se encontraba y aquel no era su habitación en la sala común, el ala de la enfermería era clara y luminosa, con nada más que hileras de camillas separadas por cortinas, supuso por la tenue oscuridad que manchaba a la luz, que aún era de madrugada y eso explicaba la soledad de aquel lugar. Se sentó en la cama, apoyando su espalda contra la pared, desde allí pudo ver a los demás pacientes que se encontraban en la enfermería, algunos tenían la cabeza tapada por las mantas pero dos de ellos eran visibles. Wendy Wilkes una chica de Hufflepuff de la que se habían hecho amigos durante la primera clase de herbología.Su amiga llevaba dos días allí por una fractura que había sufrido durante el partido de gryffindor contra Hufflepuff, una blodgett la había golpeado fuertemente en el brazo, y luego algunas camas más allá se encontraba Remus Lupin, el chico parecía estar envuelto en un sueño tan pesado como el suyo.

Ahora que su mente poco a poco retoma un poco de su lucidez se dispuso a pensar en los acontecimientos de la noche anterior; recordaba el sauce y el largo túnel bajo él, también las escaleras y los ojos dorados brillantes y después no había más que un espeso nubarrón, le era difícil recordar lo que había visto a través de los brillantes ojos y tampoco estaba en su mente el cómo logró escapar de allí, pero estaba vivo al parecer. Fue en el momento en que intentó levantar los brazos que se encontró con un insoportable escozor en uno de ellos, su brazo derecho no obedeció cuando deseo levantarlo y al revisarlo pudo ver con un vendaje manchado de sangre lo rodeaba. Como reflejo sus dedos se movieron para palpar la herida cubierta.

—No le recomiendo que haga eso—Se trataba de madame Pomfrey quien se paró junto a él mientras sostenía un frasco con un contenido negruzco.

—¿Qué me pasó?—preguntó, aunque la mujer parecía angustiada.

— Algo que no debió ocurrir, señor Mulciber— Respondió, mientras servía en un vaso un poco de aquel espeso líquido— Le recomiendo que lo tome lentamente, no tiene un sabor agradable.

Tras entregarle el vaso la mujer se marchó y tras dar un solo sorbo se dio cuenta de lo desagradable del sabor, aun así se bebió lo que le entregaron y cuando estaba por terminar vio como Remus Lupin se removía en su lugar. El chico de apariencia cansada se sentó en la cama y al igual que él también parecía confundido por encontrarse allí, entonces la mirada del chico se cruzó con la suya.

ojos dorados

Lupin no le sostuvo la mirada más que cortos segundos, para voltear el rostro como si buscara esconderse de él, pero era tarde, ya había visto suficiente.

—Tú— Le habló con tono acusador, sus repetidas ausencias, su aspecto cansado y sobre todo las indicaciones de Black, Lupin era la bestia, era de lo que Potter había salvado a Severus y también...— Maldición.

Su mano sostuvo el brazo herido y todo lo que hasta el momento había sido un nubarrón se veía nítidamente en su mente, había sido mordido por el lobo.