Capítulo 11.

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21 de septiembre, 5:30 am

Aparcó el coche en el parking frente a la playa y apoyó su frente en el volante. El cielo estaba completamente negro y no había ni un solo alma vagando por las calles a esa hora. Lo único que escuchaba era el zumbido del aire caliente y a lo lejos las olas del mar. 

Cogió el chaquetón y se lo colocó abrochándoselo hasta arriba tapando su boca, después colocó su bufanda negra en su cuello tapando con ella la mitad de su cara y agarró una manta para después bajar del coche y dirigirse a la orilla de la playa. Llevaba con ella su móvil, las llaves del coche y la mochila del instituto. Se dejó caer en la arena y se tumbó encima de la manta con su cabeza apoyada en la mochila.

Miró el cielo dejando el móvil en su pecho y entrelazando sus manos en su estómago. No había podido pegar ojo aquella noche, sus padres llegaron cuando ella estaba en mitad del huracán de emociones y de todo el desorden creado para deshacerse de todos aquellos recuerdos de Colin y vieron su rostro y su cuello. Le hicieron contarle todo lo que pasó, y ella decidió contarle todo lo que había vivido en aquellos casi dos años. Instantáneamente fueron a denunciar al susodicho. Matilda lloroó pidiéndole a sus padres que no quería eso, no quería problemas con él y su familia y mucho menos comenzar juicios en mitad del año académico, quería pasarlo tranquila. A sus padres realmente les dolió que su hija no fuera capaz de denunciar a su abusador, y aunque fuera menor y ellos pudieran hacerlo, hicieron caso a sus plegarias. Colin solo tendría una orden de alejamiento hacia Matilda.

No sabía si Colin haría caso a aquella orden puesta porque estaba realmente enfadado con que Matilda lo hubiera bloqueado y eliminado de todos lados, pero si no lo hacía sí que terminaría en la cárcel. 

Todo aquello estaba siendo realmente difícil para la pelirroja, quería regresar atrás en el tiempo y nunca haber cometido aquel error de comenzar una relación con el chico. Y pensando en errores, su mente voló a tres años atrás.

2 de agosto de 2019, 21:30 pm

Todo el mundo salió de la casa de los trillizos una vez que su cumpleaños número catorce hubo terminado. Los chicos les dieron las gracias a todos por haber ido a la fiesta y finalmente se quedaron únicamente ellos tres junto a Lyla y Matilda. 

Mientras los chicos se estuvieron despidiendo de todos, las dos mejores amigas comenzaban a recoger todos los platos y vasos para tirarlos en una bolsa de basura y limpiar un poco la casa antes de que los cinco fueran al salón a ver una película.

Lyla miró a Matilda de reojo mientras la pelirroja echaba una montaña de platos a la bolsa que ella sujetaba. Carraspeó echando un vistazo a donde estaban los chicos y volvió su mirada a la pelirroja.

—Mat —llamó haciendo que la chica la mirara.—¿Vas a hacerlo? 

La nombrada sonrió y se acercó a Lyla para colgarse de su brazo y hablar en voz baja para que los otros no las escucharan. 

—Sí, pero quiero hacerlo cuando estemos a solas. Tal vez cuando suba a su habitación o algo así. 

Lyla sonrió amplio enseñando sus dientes y miró a su amiga con nervios.

—¿Crees que Nick se enfadará? 

—No lo sé, pero no debería. Si Matthew y yo estuviéramos juntos nuestra relación no cambiaría.

—Lo sé. 

Las voces de los chicos se escucharon cerca y ellas dos se separaron rápidamente para seguir recogiendo. Los tres entraron en la cocina y miraron a ambas chicas.

—¿Por qué limpiáis? Mañana lo recogemos todo, no os preocupéis —comentó Nick.

—Eso, criadas, os damos la noche libre —bromeó Chris apoyándose en la encimera de la cocina riendo.

Mat & Matt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora