00. ━ Prologue.

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00 | DANZA DE LOS DRAGONES.




[ ... ] Cuando los cuervos llegaron a la Fortaleza Roja con nuevas sobre el enfrentamiento que más tarde se conocería como la Batalla del Camino Real, el consejo verde se reunió a toda prisa.

Todas las advertencias de la Serpiente Marina habían resultado fundadas. Casterly Rock, Highgarden y Oldtown habían tardado en reaccionar a la petición de ejércitos por parte del soberano, y cuando respondieron fue con excusas y demoras en vez de promesas; los Lannister estaban embarcados en su guerra contra el Kraken Rojo; los Hightower habían perdido demasiados hombres y no tenían comandantes diestros; la madre del pequeño lord Tyrell escribió para decir que tenía motivos para dudar de la lealtad de los abanderados de su hijo, y «siendo tan solo una mujer, no soy quién para conducir una hueste a la guerra». Ser Tyland Lannister, Ser Marston Waters y Ser Julian Wormwood habían cruzado el mar Angosto para buscar mercenarios en Pentos, Tyrosh y Myr, pero ninguno de ellos había regresado aún.

El rey Aegon II tardaría poco en verse desvalido ante sus adversarios; lo sabían todos sus hombres. Ben Blackwood el Sanguinario, Kermit Tully, Sabitha Frey y sus compañeros de victoria se disponían a reanudar el avance hacia la ciudad, y lord Cregan Stark y sus norteños les pisaban los talones, rezagados apenas unos días de marcha. La flota braavosí que transportaba a la hueste de los Arryn había partido de Gulltown y navegaba hacia el Gaznate, donde tan solo el joven Alyn Velaryon se interponía en su camino, y no se podía confiar en la lealtad de Driftmark.

—Alteza —dijo la Serpiente Marina cuando estuvieron congregados los despojos del otrora eminente consejo verde—, debe capitular. La ciudad no puede resistir otro ataque. Salve a los suyos y sálvese usted. Si abdica a favor del príncipe Aegon, se le permitirá vestir el negro y pasar el resto de sus días honorablemente, en el Muro.

—Ah, ¿sí? —repuso el rey Aegon, esperanzado según Munkun.

Pero la reina viuda no albergaba tales perspectivas.

—Entregaste a su madre a tu dragón como sustento. —le recordó—. El niño lo vio todo. Además, ¿qué pasará con tu hermana? Aemond era lo único que se interponía entre los partidarios restantes de Rhaenyra, que la consideran una traidora a su sangre, y ella. Ahora que tu hermano no está, si tú también la abandonas, vendrán a matarla.

—¿Qué crees que debería hacer? —preguntó el rey, volviéndose hacia ella, desmoralizado.

—Tienes rehenes —replicó Alicent—. Córtale una oreja al chico, mándasela a lord Tully y adviértelo de que le cortarás otra parte del cuerpo por cada dos mil pasos que avance.

BLOODLINES ━ the dance of the dragons.Where stories live. Discover now