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Cuando Dalai tenía apenas 5 años se dio cuenta que las personas al saludar alzaban sutilmente las cejas. De forma tan rápida que solo una mente tan detallista como la suya fue capaz de notarlo y sentir sincera curiosidad tras la naturaleza de aquel gesto.

Recuerda a la perfección la cantidad de libros que leyó buscando respuestas, los tutores que volvió locos con sus preguntas y en especial; recuerda a la única persona que le dio la respuesta que su pequeña mente buscaba.

" Es un gesto innato "

" . . . "

Jade hablo antes de que el menor salte a cuestionarlo

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Jade hablo antes de que el menor salte a cuestionarlo. Posiblemente en un acto inocente de saciar la curiosidad de Dalai que hasta ahora habia estado atormentado a todos en la mansión.

" Las personas cuando ven a alguien conocido o se encuentran con la guardia baja al ser saludadás inconscientemente lo hacen para verse mas amigables. "

Explicó sin mucho interés mientras pasaba las páginas del grimorio que leía. Centrado en los simbolos escritos con vieja tinta y no en la particular forma en que los ojos celestes de su hermano menor brillaron, cargados de emoción y duda.

" ¿Gesto... Innato? "

Volvió a cuestionar Dalai, su voz tan suave y baja como un susurro resultaba difícil de entender, pero Jade parecía tener un oído lo suficientemente agudo como para captar el murmullo antes de que se pierda en el ambiente.

" Con el estímulo adecuado un gesto innato, gabrado en nuestra esencia y que nadie nos enseña, surge. Es algo automático que no controlamos "

" Oh... "

Tenía tan solo 5 años.
5 años y medio año viviendo en la casa Meldea luego de presentar una habilidad lo suficientemente eficiente como para el jefe de la casa lo reconozca como hijo, y si bien su posición como ilegítimo no fue tan atormentada debido a que la señora de la casa había ido a los brazos de Mistral hace tiempo, aún logró captar la hostilidad de los nobles debido a su humillante origen.

Nisiquiera Ravis o Keinite habían intercambiado palabras con él desde su llegada, y posiblemente fue eso; el aislamiento, el nulo contacto con cualquier ser humano dentro de la mansión. Dalai termino viendo a Jade como la unica fuente segura que notaba su existencia, lo que provocó que este terminara siendo el objeto de adoración y cariño del menor.

Queria a Jade.
Realmente lo hacia.

" ¡Hermano esperame! "

Y su adoración sumada a la naturaleza servicial que heredó de su progenitora solo dio como resultado que Dalai se vea orillado de forma constante a volverse la criatura más complaciente del mundo ante su hermano mayor.

Si algo se rompía el estaba listo para arreglarlo, si algo lo molestaba él estaba listo para eliminarlo. Su pecho siempre vibraba de satisfacción cuando lograba cubrir los problemas que Jade tenía.

El fin justifica los medios [ Las joyas de la princesa ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora