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Estaban a mediados de julio y el verano aún tenía que hacer su aparición en la costa noroeste del Pacífico. El cielo amenazaba lluvia. Taemin llevaba casi todo el día retrasado con su horario y había ido directamente del trabajo a dar la clase de "Mujeres en transición" en la universidad de South Korea.

Para cuando llegó a casa, estaba hambriento y agotado. Por rutina, recogió el correo y lo dejó en la encimera de la cocina. Después rebuscó en los armarios en busca de algo interesante para cenar. La mejor opción era sopa de pollo y fideos, así que vació la lata en un cazo y lo puso a calentar mientras clasificaba el correo.

La carta de Minho lo pilló desprevenido. Durante un momento fue incapaz de hacer otra cosa que mirar el sobre fijamente, mientras los latidos de su corazón duplicaban el ritmo. Desgarró el sobre con manos temblorosas y se sentó en una silla para leer la carta.

Queridísimo Taemin:

Me dije una y otra vez que no te escribiría.

Francamente, tenía la esperanza de que tú y yo podríamos volver a empezar desde cero cuando regresara. Pero he descubierto que no puedo esperar. Se trataba de escribirte o de volverme loco. Park insiste en que debo intentarlo una última vez. Es amigo mío, y también conoce a tu padre. Los últimos tres meses han sido los más largos de mi vida. Siempre he disfrutado trabajando en el mar, pero no esta vez, no cuando nuestra situación ha quedado tan inestable.

De acuerdo, lo admito. Soy egoísta y desconsiderado, pero, maldición, te quiero.

Créeme, desearía que no fuera así. Desearía poder darte la espalda y alejarme sin ninguna preocupación. Lo intenté, pero no funcionó. Después, cuando me escribiste, razoné que lo mejor sería darnos un poco de tiempo para que nuestras mentes y sentimientos se asentaran. Eso tampoco ha funcionado. Entonces, ¿qué nos queda?

Ojalá lo supiera.

Ya ni sé qué es lo correcto. Me gustaría tener otra oportunidad contigo. Si estás dispuesto a intentarlo por segunda vez, házmelo saber pero hazlo pronto, ¿de acuerdo?

Estoy a punto de perder la cabeza.

Minho

...

Mi querido Minho:

Yo tampoco sé ya lo que es correcto ni lo que está bien. Sólo sé lo mal que me siento el noventa y nueve por ciento del tiempo. También pensé que podría olvidarte, pero no funcionó. Créeme, lo he intentado. Nada parece dar resultado. Me alegraré mucho cuando podamos sentarnos cara a cara y hablar de esto. Nunca me había sentido así.

Puedes recordarle a tu amigo Park que nos conocemos. Es obvio que él no se acuerda. Asistí a su boda con mi madre y mi padre. Debe de haber sido hace unos diez años.

Vuelve a escribirme pronto. Necesito saber de ti.

Taemin

—¿Qué quiere decir eso de que has intentado olvidarme? —La abrupta pregunta fue seguida de un irritante chirrido de la línea telefónica de larga distancia, que hizo eco en el oído de Taemin.

—¿Minho? ¿Eres tú? —El teléfono lo había despertado y Taemin no había tenido tiempo de despejarse. Se apartó el pelo de la cara y miró el dial iluminado de su radio-reloj. Era de madrugada.

—Sí, soy yo.

—¿Dónde estás?

—En un teléfono público, en Filipinas. —Su voz se suavizó un poco—. ¿Cómo

estás?

—Bien. —Y estaba mucho mejor desde que había oído su voz. Había tardado unos segundos en darse cuenta de que era real y no parte de los instantes y románticos sueños que compartía con él.

LCMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora