Capítulo 26

5 2 11
                                    


Todo estaba igual, el pequeño Ángel caminó despacio intentando no llamar la atención, sabía que la sombra estaba por ahí, observó la silla, era el mismo lugar, en el centro del recinto bajo la luz del candelabro. Miró la ventana, se preguntó si del otro lado vería su casa, su cuarto. Sintió un escalofrío recorrer la espalda, se dio vueltas despacio y ahí estaba la sombra.

Mucho más grande que la última vez, sintió unas manos fuertes agarrarlo de los hombros. Lo levantó bien alto, Ángel sentía un olor feo proveniente de la capucha de la bestia.

La criatura lo sentó en la silla.

—¿Te gustó ver la película de nuestro enemigo? ¿De dónde crees que sacaste tu poder para librarte de mi amiguito Mauricio? El poder viene de mí y desde aquí verás cómo termino con todos los que amas usando tu cuerpo.

El pequeño lloró, intentaba moverse, pero no podía.

La sombra abrió una de las ventanas y él pudo ver su cuerpo, junto al de su papá en la cama. Intentó gritar, pero no lo oía. Vio como un lazo de cuero le envolvían las manos atándolo a la silla. Luego observó la imagen de la ventana, era su cuerpo levantándose de la cama, sintió terror y gritó:

—¡Papá!

Gabriel sintió una comezón muy fuerte en la cicatriz de su pecho, le llamó la atención, pero se dio la vuelta y, para su sorpresa, su hijo ya se había levantado. «Debe estar en el baño», se dijo a sí mismo. Al cabo de unos minutos vino Ángel con una bandeja, tenía café con tostadas y miel todo bien organizado.

Gabriel se sentó con una enorme sonrisa.

—Eu, peque, ¡qué sorpresa! No tenía idea de que sabías preparar café...

—Todo para mi papito —dijo el niño. Gabriel lo observó a los ojos y vio algo diferente, como si hubiese madurado en una noche, como si fuera distinto. No le dio mucha importancia y desayunó.

Cuando terminaron llamaron a la puerta, era la señora Mirian con su nieto Matías.

—Hola, Gabriel, ¿su hijo querrá jugar con Mati? —En ese momento vino Ángel corriendo.

—Matías, viniste.

Ahí nomás lo agarró de la mano y lo llevó adentro de su cuarto. Gabriel miró a la señora.

—¿Eso responde a su pregunta? —Mirian sonrió.

—Cualquier cosa que se me porta mal, me avisa.

Gabriel sonrió.

—Tranquila, cualquier cosa come aquí con nosotros, les voy a hacer unas hamburguesas...

La señora asintió y, sonriendo, se fue al almacén. Gabriel entró al cuarto, ahí estaban los niños, jugando con los muñecos de los Avengers. Ángel jugaba con Hulk mientras que Matías, con Thor.

—Ángel, ¿recuerdas la otra noche cuando me curaste? —Ángel dejó de jugar y lo observó sonriendo.

—Sí..., estuvo mortal ¿o no?

—Sí... creo que hiciste un milagro. —Ángel cambió la cara, se puso serio y se quedó callado, Matías continuó—. Un milagro es cuando Jesús...

En ese instante el niño le dijo:

—¡Shhhh! ¿Qué te dije de decir ese nombre? ¡Eso no se dice acá!

Matías se puso de pie.

—Pero si el otro día vimos la peli La pasión de Cristo, pensé que ya no te molestaba más la sombra.

Lazo de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora