The Walking Dead (Vol. 3)

Capítulo 2: La Stripper y el Sheriff.

-Septiembre del 2008-

El calendario marcaba 14 de septiembre. Y eso mismo indicaba que era el cumpleaños de Rick Grimes. Quien se encontraba en su hogar finalizando el día con su familia.

-No te preocupes Lori, no volverá tan tarde. Es solo que con los muchachos tenemos un regalo de cumpleaños para este hombre. - Shane era el encargado de ir a buscar a su amigo para aquella sorpresa. - Se lo merece después de ser tan buena persona y sobre todo bien esposo.

-Eso lo decidiré yo. - Bromeó Lori ganándose la mirada obvia de Rick.

-¿Entonces si soy un buen esposo? - Pregunto Rick.

-A veces. - Rieron. - Bien cielo, solo no hagas tanto ruido cuando vuelvas. Sabes que Carl se despertara y querrá venir a la cama con nosotros.

-Tranquila, seré cuidadoso.

El sheriff dejo un pequeño beso sobre los labios de su esposa y se marchó con su amigo.

-Vaya, esa mujer si que te tiene loco. - Burló Shane saliendo de la casa.

-Es mi esposa, amigo. Es obvio que me tiene loco. - Rieron subiéndose al auto. - ¿A dónde iremos?, se que eres muy malo mintiendo. Lori no te conoce bien, pero yo te conozco lo suficiente como para saber qué tramas algo.

-Amigo, esta noche será especial. - Alentó Shane frotando sus manos.

-Creí que vendrías con los muchachos.

-Tranquila viejo, ellos están esperando con tu sorpresa.

-Por favor evita no meterme en problemas.

-No amigo, está vez me lo vas a agradecer. - Sonrió Shane.

Una cabellera negra miraba a una de sus amigas bailar sobre el escenario, causando que los hombres que miraban su espectáculo la alentarán y gritaran obscenidades.
Lo único bueno del club era que las bailarinas estaban protegidas por pequeñas máscaras y los clientes también. Por más tonto que suene, era una regla principal que puso la dueña del club.

-Kimi es genial. - María era la dueña de aquel lugar que Amberly amaba. Era una mujer de cuarenta años y cuidaba a sus chicas. No eran obligadas a estar en ese lugar, si querían podían irse, pero el apoyo y la ayuda que les brindaba causaba que las chicas la amaran. Era como una madre para todas.

-Lo es. - Susurró Amberly viendo el baile de su amiga.

-No me digas que te sigue dando vergüenza.

-No.

-¿Entonces por qué no le dices a tu linda carita de preocupada?

-Lo siento. - Murmuró en una mueca. - Eso solo que vengo que vengo con mambos de afuera.

-Supongo que mambos quiere decir problemas. ¿No es así? - Amberly asintió. - No me digas que es ese hombre de nuevo. - Al no recibir una respuesta supo que era la correcta. - Nena, eres demasiado joven para alguien como él.

-Pero sabes que nos une.

-Lo sé, pero eres libre de hacer lo que quieras. Escucha a tu corazón, a veces el amor llega cuando menos lo esperas. - Los gritos y silbidos fueron más fuertes. - Arriba esa carita nena, es tu turno.

Amberly soltó un pequeño suspiro y asintió mientras sentía una pequeña nalgada por parte de María. Kimi cargo algunos billetes del suelo y sonrió mientras se acercaba hasta ambas mujeres.