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—¿hace cuánto estás acá? —preguntó después de tomar agua. lo bien que se sentía estar con el estómago lleno era hermoso.— ¿naciste acá? o sea, en esta ciudad o cerca de acá

—no, vine hace un tiempo —dijo jugando con sus manos.

—se nota, tenés una banda de cosas —murmuró, mirando alrededor y después a él.

la verdad, es que iván estaba emocionado de tener a alguien con quien hablar, escuchar algo que no sea su propia voz, proveniente de otro ser humano era un alivio.

quería saber, escuchar, lo que sea, hasta puteadas le servían mientras no se quedara callado, pero rodrigo no parecía muy interesado en charlar, estaba inquieto, alerta a cualquier cosa que iván hiciera. se sentía muy expuesto con el pibe en su refugio, en su casa.

—¿estás solo hace mucho? —insistió en entablar una conversación.

—¿no cerrás el orto vos? —dijo con mala onda y el ceño fruncido.— que te ayude no nos hace mejores amigos, en un rato ya te vas

—se nota que sí estás solo hace rato —murmuró ofendido y se quedó callado por unos segundos largos.— ¿para qué es eso? —volvió a hablar y rodrigo chasqueó la lengua.— no pienso estar en silencio mirándonos las caras, flaco 

—¿y? mirá a otro lado, contestate solo o no sé 

—¿hay algún baño acá? 

—¿qué te pensas que es esto? ¿un hotel funcional o algo así? —preguntó levantando una ceja.

—no sé, tenés mil porquerías, algo parecido a un baño me suena más lógico que un mueble de madera todo hecho pija —dijo mirando al dicho mueble.

—meate encima —solucionó.— voy a ver si ya pasó la tormenta... te movés de ahí y te saco de una patada en el orto 

"amable" pensó sarcástico iván mientras lo veía irse por uno de los túneles. obviamente donde escuchó los pasos lejos, se levantó a chusmear qué había. le intrigaba y por ahí, conseguía saber más del pibe al revisar un poco.

mirando por ahí entre las cosas, notó que habían varias latas de aerosol vacías, una caja chiquita con tizas y algunos potes manchados con pintura, eso lo hizo ver los dibujos en la pared.

notó palabras, objetos al azar como patinetas, caritas y la más llamativa era la humilde imitación de una mujer en tizas, dos chicos, destacando a uno que era más chiquito. esa estaba apartada de los demás, casi oculta por unos pedazos de papel de historietas y diarios arruinados.

el símbolo de las banderitas lo vio repetidas veces en varios lados, con aerosol, con tiza y con pintura. los ojos de iván se clavaron al toque cuando vio una radio, felicidad pura por esos momentos, hasta que fue a prenderla y no se escuchó nada, ni siquiera prendía.

la dio vuelta y la vio desarmada por un lado.

en un costado en dirección a uno de los túneles más chiquitos, notó una mancha vieja, seca esparcida en el suelo y la pared. dudó pero se dijo que podía ser pintura.

—¿qué mierda te dije, wacho? —escuchó mientras seguía chusmeando la radio.

—quería ver si andaba nomás... ¿qué significa eso? —preguntó, chupandole un huevo el enojo del otro y señalando las banderitas.— ¿estás en un culto o algo así?

—qué te importa, salí de ahí, me vas a tirar las cosas —murmuró.— ya casi es hora de que te vayas, el viento cambió de lado y la lluvia se aleja

—¿es de día todavía? —preguntó confundido y le dijo que no.— pero no me puedo ir de noche

—arreglatelas, mambo tuyo —dijo yendo a agarrar agua de la botella que tenía al lado del colchón.

CalamityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora