Capítulo 13

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Narra Ashley.

Entierro el tenedor tan fuerte que ocasiono el molesto chirrido del plato debido al metal. Pero me da igual, porque me siento tan idiota en estos momentos por el drama que hice anteriormente.

Es que... ni siquiera sé por qué me importa tanto el hecho de que no me hable, o simplemente no se ría de uno de mis chistes. Es tan estúpido. Él no, yo. Bueno, él tampoco está lejos de esa palabra.

Me frustra, de verdad. Me frustra el hecho de que nunca platique conmigo, pero más me frustra tener sentimientos respecto a eso. ¡Lo conozco hace poco y ya estoy histérica por alguna razón!

Ya cansada de esta absurda batalla mental, revuelvo la lasaña una y otra vez. Tenía tantas ganas de comerla, maldita sea. Ahora por el enfado solo quiero seguir apuñalandola.

Jayden se levanta y lleva el plato hasta el lavaplatos, donde lo lava rápidamente. Evelyn intenta hacerlo mismo, pero al ser tan bajita, su hermano termina haciendo por ella. Parece que es el único ser humano que soporta.

—¿No vas a comer más? —Pregunta el moreno con la mirada en mi plato.

Me incorporo, pero no digo nada al respecto. Guardo mis sobras en la nevera junto con lo que quedó para Dan y Ellie.

—Muchas gracias por la comida. —Agradece la pequeña con una enorme sonrisa—. Estaba delicioso.

—No hay de qué. —Sonrío para ella de forma automática.

—¿Puedo seguir pintando?

—Claro

Y sale disparada hacia la sala.

Jayden se recuesta sobre la encimera con el ceño completamente fruncido. Desvío mi mirada sobre él y continúo lavando los trastes. Por alguna razón su cuerpo se sitúa junto al mío y me tenso de pies a cabeza. Por el rabillo del ojo observo que agarra uno de los trapos y empieza a secar los platos.

—Cocinas muy bien.

Asiento lentamente. ¿De qué va o qué?

—Mira —empieza con voz frustrada—, no me caes mal ni me aburres o me irritas, pero puedes notar que no soy de hablar mucho. No sé si debo seguir la conversación y ni mucho menos cómo. Con el paso del tiempo he notado que las personas solo hablan por cortesía y eso me fastidia. ¿Para qué me hables si solo es para no quedar mal? Es una estupidez. Así que, bueno, he desarrollado esa habilidad de no hablar. Se me dificulta tener charlas con personas que no conozco, más que nada porque me dan igual —confiesa—. Puedes notar que con las únicas personas que me llevo socialmente bien, son Alek y mi hermana. Y pues nada, lo siento, porque no mereces que te trate así sabiendo que me hablas porque te nace.

Trago con dificultad, porque, nuevamente, no me esperaba esta disculpa.

—Yo... —carraspeo—... Yo creo que debo disculparme. No debo obligarte a hablar solo porque yo quiero que hables, así que no te sientas obligado.

—No me siento obligado —asegura—, solo es un poco extraño.

Asiento.

—Solo avísame cuando no quieras hablar. Sé que a veces parezco cotorra.

—Claro —ríe nasalmente.

Por alguna razón, me quedo repitiendo ese sonido en mi mente una y otra vez. Y me excuso con el hecho de que nunca lo ha producido. Sonó tan suave y ronco, que quisiera escucharlo de nuevo.

El paladar me empieza a pedir azúcar, así que abro la alacena y saco la mantequilla de maní. Tomo una cuchara y la lleno totalmente.

Jayden me mira con una mueca de asco reprimida.

A pesar de todoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon