38.- Rutina y pijamas.

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El regreso al trabajo después de lo que ha pasado, es difícil, pero ansiaba regresar ya que Yanell habló con Nicholas sobre lo sucedido y me obligaron a reposar unos días. 

Cuando llego al lobby del piso, me encuentro con las chicas que más me aman en esta empresa —noten mi sarcasmo—.

—Buenos días, chicas —las saludo mientras paso, ellas me responden al unísono y sigo mi camino hasta mi oficina, ahí está mi jefe sentado en el pequeño sofá que hay junto a la ventana—. Buenos días, jefe. 

—Buenos días, Alexandra —responde—. Se supone regresabas mañana. 

—Ay no —dejo mi bolsa colgada del ganchillo incrustado en la parte interior de mi escritorio—, ya no quiero estar en casa, estoy deprimida y estar encerrada allá me deprime aún más —digo como queja y un tanto irritada.

Nicholas levanta sus manos como tregua, al parecer estoy a la defensiva.

—Lo siento —menciona él y baja sus manos.

—No, no, perdóname —suspiro—. Todo el asunto de mi hermano me tiene mal —sin quererlo hago una mueca.

—Sí, es entendible, pero sabes lo que pienso —se acerca a mi escritorio y se sienta frente a mí.

—Lo sé, Yan dice lo mismo que tú, y sé que tienen razón, pero es difícil enfrentarlo por ahora —me encojo de hombros y procedo a encender mi computadora.

—Bien —Nicholas se levanta y abrocha su saco—, iré a la oficina con McClain, necesito revisar unas cosas con él.

—Claro, te veo después —respondo a mi jefe y segundos después el sale de mi oficina.

Recapitulando, el último mes iba bien y se volvió un asco gracias a los acontecimientos con mi hermano, como desearía que entendiera, que los sentimientos de Robert y los míos, son genuinos, son lo más honesto que tenemos el uno para el otro, y me enferma que me haga sentir que esto es el pecado más grande que existe.

Me hundo tanto en mi trabajo, que me olvido de todo a mi alrededor, el sonido del teléfono de la oficina me hace sobresaltar. Respondo.

—Si, diga.

—Lex —la voz de Robert me anima.

—Rob —me recargo en el respaldo de mi silla giratoria y me inclino ligeramente hacia atrás para relajarme un poco.

—Linda, pasan de las seis de la tarde, ¿por qué sigues aquí?, mejor dicho ¿por qué viniste hoy si tenías que venir hasta mañana?

—Rob, no, tú no me hagas esto, sabes perfectamente lo que pasó hace unos días, quedarme en casa me deprime en lugar de ayudarme, trabajar me hace bien.

—¿Puedes venir a mi oficina?

—Claro, en un momento estoy ahí.

Finalizo la llamada sin decir más, respiro hondo, me pongo de pie y me estiro lo más que puedo. Mi estómago gruñe, no comí nada hoy.

Camino tranquila hasta la recepción, ahí están las chicas.

Veo a la asistente de Robert salir de su oficina.

—Oh, señorita Goldwyn, la está esperando el señor McClain en su oficina —me comunica ella muy neutra, hasta siento un ligero toque de amabilidad en su tono.

—Gracias, voy a pasar —paso entre ellas hasta llegar a la puerta de la oficina de mi novio. Toco la puerta, luego de un «Pase» de parte de él, entro.

Cuando cierro la puerta, él y yo nos vemos por unos segundos, y seguido corro hacia sus brazos. Él me atrapa y me levanta un poco del piso.

Besa mis labios con lentitud y ternura, así por unos segundos antes de regresar mis pies al suelo.

Si Volviste A Mi Vida.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ