Tercer recuerdo.

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A los ocho años, Pauline me dio un ultimátum -otra palabra que yo desconocía-, me dijo que si seguía llevándome tan bien con Timmy, dejaríamos de ser mejores amigas y se buscaría otra pelirroja con la que jugar.

Insisto, ya que yo no sabía lo que era un ultimátum, la ignoré y se enojó muchísimo. Esa tarde Pauline se encerró en su habitación con un cartel pegado a la puerta que decía "Prohibido el paso a Ariel". Supuse que era cuestión de tiempo para que se le pasara el enojo y bajé al jardín con Timmy, ya que la indicación era que esperara a que mamá saliera del trabajo.

Nos tumbamos en el césped y descubrí que su verdadero nombre no era Timmy, sino otro muy extraño que no me sentía capaz de pronunciar. Se rió y dijo que era un poco boba y yo lo reté a una carrera.

Por supuesto, yo gané.

-Yo soy boba, pero tú eres un perdedor. -Le dije, sintiéndome victoriosa por primera vez. Casi nunca era buena en nada, pero por lo menos había clasificado para el equipo de atletismo en la escuela. 

-Bien, tú ganaste, ahora tengo que cumplir lo que sea que quiera la princesa Ariel. -Dijo, malhumorado. Me lo pensé en el regreso a su casa por la acera entre empujones y risas.

¿Qué le podría pedir? ¿Su colección completa de Harry Potter? No, porque me aburría bastante. ¿El patín? ¿La bicicleta? ¿Quizás, los rompecabezas?

No, pedirle cualquier cosa de esas no sonaba correcto. 

Así que al llegar a la puerta de su casa, me planté delante de él y lo miré muy seria.

-Quiero un beso. 

Timotheé emitió un puaj con una mueca de asco. 

-¿No prefieres que te regale mi bicicleta? -Me crucé de brazos, firme a mi decisión. 

Pensé que no lo haría, pensé que se volvería a burlar de mí y correría hasta los brazos de su mami como el mimado que es, pero en un segundo, su boca y la mía chocaron. Solo fue un segundo y ambos abrimos los ojos con sorpresa. 

-No le digas a Pauline. -Dijimos al mismo tiempo y segundos después, comenzamos a carcajearnos allí bajo el umbral de la puerta. Yo sonreí en todo el trayecto a casa en el auto de mi madre, mientras ella me advertía que al llegar tenía que subir directo a mi habitación, la notaba preocupada pero a mí no me importó, porque Timotheé había sido mi primer beso. 

Cicatrices |Timothée Chalamet|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora