Advertencia: En este escrito hay menciones de abuso sexual y violación explícito, proceda con precaución.
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Ella corría con rapidez. Sabía que ellos estaban justo detrás de ella.
Intentaba usar sus poderes y escapar volando pero solo lograba flotar unos segundos antes de volver a caer, presa del miedo.
Las calles estaban completamente vacías, la luz de las farolas apenas alumbraba lo suficiente para ver el sendero por el que corría. No había nadie a quien pedir ayuda.
Justo cuando doblo la esquina uno de ellos la atrapó. Ella lo reconoció de inmediato. Era él. El Primero.
Durante un horrible instante volvio a ser una niña de 10 años, indefensa ante un hombre adulto. Él la besó, la toco, le sonrió.
Empujándolo con fuerza, volvió a correr por la calle, el miedo la recorría de pies a cabeza, quería gritar, llorar, pero algo le oprimía la garganta, impidiéndole soltar cualquier ruido.
Volvió a doblar una esquina cuando sintió que alguien la agarraba por detrás. En cuanto esas manos la tocaron supo que era El Segundo.
Volvió a ser una niña de 12 años, demasiado confiada de un hombre que pensó la protegería.
Este hombre fue más rudo e invasivo que el anterior, hundió sus dedos dentro de ella mientras se retorcía, intentando escapar, las lágrimas de angustia comenzaron a correr libremente.
Él la dio vuelta, sonriéndole. Ella lo empujó con aún más fuerza que con El Primero y volvió a correr. Usó sus poderes y esta vez logró volar varios metros antes de caer.
Doblo la última esquina y al fin logro ver su casa, unos pocos metros más y estaría a salvo, solo debía correr un poco más y ya...
Un tercer hombre apareció de la nada. Ella no lo reconoció. No sabía quién era, no sabía su nombre, nunca lo había visto.
El hombre habló:
–Ahora me toca a mi.-una sonrisa siniestra afloró en sus labios. Ella se llenó de pánico, no quería esto, no quería que le pasara de nuevo.
Sabía que si no escapaba sería mucho peor que las otras veces, pero este hombre era mucho más vicioso, mucho más fuerte y violento. Ella lloró de angustia mirando su hogar, a pocos metros de distancia, rogando que alguien apareciera, rogando que su madre la salvara.
Lo último que escucho fue la risa de loca satisfacción del hombre antes de que todo se volviera negro.
Y ella despertó.
