Único.

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La noche se le había hecho extremadamente eterna; después de cierta hora en la que había hablado sin parar de un millón de ideas, su amigo se había dormido y él se había quedado con esas ganas de continuar hablando.

No había podido pegar el ojo en ningún segundo por más sueño que tuviese gracias a la cantidad de pensamientos que recorrían su mente, el chico a su lado removiéndose cada dos por tres llamando su atención, y la vista que tenía de este.

A veces el que se removía era él, generando leves gruñidos de molestia en su contrario; por más que estuviesen acostumbrados a dormir juntos en aquél pequeño espacio, nunca era suficiente para estirarse a su gusto. Tampoco cuando llegaba el gato anaranjado del petiso y decidía recostarse sobre su estómago, dejándole cero movilidad y tenía que resignarse a estar en una posición durante más de una hora.

Como lo era el caso.

— Barry déjame moverme un poquito, dale. — pidió en susurros el azabache, mientras acariciaba al felino, el cual alzó su cabeza hacia el chico, lo observó por unos segundos y se levantó tranquilamente, caminando desde el abdomen hasta el pecho de este, y luego se posicionó a un lado, aún apoyándose en él.

Iván se quejó en voz baja durante el transcurso de aquello, volteándose de costado para quedar de frente al castaño y que el gato quedara apoyado en su pecho aunque estuviese echado entre ambos chicos.

Le gustaba compartir con aquél animal, le parecía un gato extremadamente tierno y muy pasivo; podía convivir fácilmente con cualquier persona sin que esta buscara su aprobación.

Buhajeruk se mantuvo un largo lapso de tiempo —lo que fácilmente pudo haber sido una hora— acariciando al felino, sin poder consiliar el sueño ni siquiera con esta acción tan relajante. Así que terminó optando por agarrar su celular y ver algunas redes sociales para gastar su vista y, de una buena vez, poder dormir.

Pero nada.

Suspiró cansado, dejando el aparato de lado y tomando al gato en sus brazos, posicionándolo nuevamente en su pecho mientras se recostaba mirando al techo. El felino lo miró con disgusto, como preguntando por qué mierda lo había sacado de su lugar cálido entre ambos cuerpos y la manta, a lo que él sólo pudo soltar una risita.

— ¿Cómo puede este enano dormir tan fácil y tranquilamente? — cuestionó en un susurro hacia el gato, el cual le maulló en respuesta. Iván acarició su cabeza, haciendo que este cerrara sus ojos y se relajara. — Quisiera ser un gato como vos, Barry. Dormir y comer, dormir, hacer tus cosas de gato, recibir mimos de Rodri, y dormir más.

El felino simplemente movía su cola de un lado a otro, tranquilamente, escuchando atentamente al chico que le entregaba mimos y ronroneando, causando tranquilidad en el azabache.

— Rodri es tan lindo. — entonces dijo, sin ser completamente consciente del cambio abrupto que había dado su conversación con el gato. — Es tan atento y cariñoso. Se preocupa por todos, trata bien a sus amigos y con mucho amor... Como quisiera poder devolverle todo aquello que hace.

El animal levantó sus orejas y abrió sus ojos levemente mientras se erguía, llamando la atención del chico, quien le miró curioso; mas este no hizo nada más que estirarse y volver a su posición, pidiendo mimos nuevamente.

Maulló una vez más, ganándose las caricias de Iván, quien dejó escapar un gruñido, fastidiado, tanto por lo que había dicho, como por no poder dormir; ni siquiera sabía qué hora era.

— Que suerte que tenés, Barry. — anunció luego, inflando su pecho al inhalar una buena cantidad de aire y luego soltándola, intentando relajarse. — Podés ver a Rodri todos los días, tenerlo cerca siempre, podés escuchar su voz todo el tiempo, y recibís besos y caricias de su parte quieras o no, en todo momento.

sleep ; 𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora