El bien y el mal, dos términos que son tan diferentes pero que se encuentran unidas por una delgada línea que fácilmente se puede cruzar.
¿Que es el bien?
¿Que es el mal?
Alguien realmente sabe el significado de estás dos palabras....
¿Un fin puede...
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- Yo solo trataba de ser buena persona –
- Y sabes que les pasa a las buenas personas en este mundo ¿No? –
—Charles Bukowski—
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"Sonrrisas de dolor"
Siempre lo había pensado, era fastidiaste ver como había personas que podían conseguir las cosas tan fácilmente, ¿Por qué ella no podía hacerlo así? Tenia todo lo que se necesitaba, era hermosa, sus cabellos rubios eran cosa de presumir, sus grandes ojos avellana eran los mas llamativos y ni que decir de su figura, era perfecta, con esa cadera ancha que tanto amaba enfundar en vestidos de gran costo que se amoldaban a su cuerpo creando la silueta perfecta.
Toda su vida solo tenia un solo propósito, conseguir su príncipe azul, aquel hombre que la salvaría de la maldita mierda que tenia como familia, aquel hombre que la amaría. Lamentablemente su familia tenia otros planes, planes que implicaba el hecho de que fuera vendida a una de las familias más asquerosamente ricas del país, y ¿para qué? Fácil, para que su estúpida familia obtuviera aun mas poder del que hace tantos años tuvo, para que pudieran pudrirse en su miseria de papeles impresos que tenian un gran valor, y ni que hablar de las ¡malditas joyas! Oh aun recordaba como su madre amaba cargar con todas ellas en aquel cuello largo y delgado que le había heredado a ella —algo de lo poco que agradecía—
Lamentablemente para cada uno de los miembros de su familia, en cuanto se quitó su apellido de soltera y obtuvo poder gracias al dinero de su marido —aquel cerdo con el que la osaron casar—, logro hacer algo de lo que jamás se arrepentiría. Contrato a una banda de asesinos desde el interior de una de las cárceles de mayor seguridad ofreciéndoles a cambio su libertad y, con ayuda de uno de los socios mas importantes de su marido, logro armar una revuelta para que escapara. Así su plan dio inicio, y al cabo de una semana y media se encontraba frente a 4 ataúdes, pertenecientes a sus padres y a sus dos hermanos, llorando lagrimas que se perdían en un pañuelo que tiempo atrás su madre la había regalado en uno de sus cumpleaños ¡oh! Cuanto amaba la justicia divina, ahora ellos ya no estaban, su cárcel ya no existía, el pájaro ahora era libre, y poco a poco el tiempo destruiría cada una de las cicatrices que tenía.
