:𝗽𝗶𝗹𝗼𝘁

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000, piloto.

NEW YORK; la ciudad de las oportunidades, nuevos comienzos, finales perfectos y un sin fin de cuentos de hadas

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NEW YORK; la ciudad de las oportunidades, nuevos comienzos, finales perfectos y un sin fin de cuentos de hadas.

Sin embargo, aquel lugar no me agradaba. Las personas caminan rodando sus ojos y quejándose de cualquier cosa, el claro clasismo a cualquier tienda a la que entrarás además de las calles vigorosas que nadie se atrevía a mencionar, ese es el New York que conozco.

La mayor parte de mi vida la había cursado en Londres, nací allá, crecí allá y pretendo morir allá. Pero, mi familia no siempre podía estar en el mejor asiento del salvavidas y los problemas económicos debilitaban la casa pintada de rosa en la que habitaba, el techo empezaba a derrumbarse y podía ver lo que pasaban mis padres, tenía catorce en ese entonces... desde esos días me prometí que vería por mis padres.

Nunca había trabajado, ni tenía edad para aquello. Éramos tres; mamá, papá y yo. Mis padres eran chefs, tenían una panadería en una de las mejores calles de Londres, cuando entrabas a "Bradies" te inundaba una sensación olorosa que volvía a tus papilas gustativas locas. Brownies de chocolate con maníes, café, té, batidos, galletas con canela,  simples, de chocolate incluso crearon unas con queso crema (el mismísimo cielo), pan de cualquier tipo , de verdad de cualquier tipo , cinnamon rolls, pastel de arándanos, vanilla con canela, de limón para los egocéntricos, chocolate, chocolate con coco, marmoleada, de tres leches, las frías con fresas y un montón de sabores más que te hacían comprar al menos seis o irte con el corazón roto. Vendíamos siempre, Bradies estaba llena de gente con la cara feliz por los exquisitos sabores y eso nos hacía felices a nosotros.

El problema comenzó cuando en aquella perfecta calle empezó a ser destruida, obreros e ingenieros todos los días, destruyendo casas, edificios, comercios y adueñándose de los terrenos, además de su mal trato a cualquier persona que se atreviera a acercarse al menos a curiosear en aquel sitio. El ruido de la destrucción y gritos lleno de obscenidades hacía que las personas no volvieran, y poco a poco había menos gente. Suena extraño pero en aquella calle, solo estaba nuestra panadería y uno o dos comercios más pero era inutil aquella calle no volvería a ser lo que era y ningún adolescente luego de un día largo de estudios, adulto agotado de serlo, anciano enamorado llevando a su amada por un café junto con pastel de arándanos, se atreverían a entrar a calle aquella solo para ni Dios lo quisiese salieran sin billeteras. Y tampoco era segura para nosotros. El jefe de la destrucción, un tipo que no media más de 1.68, se acercó a nosotros unas tres veces si mal no recuerdo y mis padres rechazaron sin siquiera pensarlo, ellos no venderían mi segunda casa rosada, sin embargo, mis padres fueron quienes contactaron a el jefe una cuarta vez y vendieron el local.

Por mucho que intentaron conseguir un local en cualquier otro sitio, resultó ser casi imposible hasta que encontraron uno, el cual su tamaño podría compararse con el de un baño medianamente grande, no era tan llamativo como para que las personas se interesaran en comprar pero al menos era algo y esperabamos poder sobrevivir. Personas entraban y salían pero podía contar con los dedos cuantas eran, cinco, siete y once. Y mientras seguiamos cayendo supe que debíamos frenar.

Eso había sido lo que había llevado mi vida en este camino, y ahora me encontraba volando a New York a la premier de mi película, un trabajo que comenzó a los quince en pequeños roles y a los diecisiete ya era la protagonista de una película —trabajo que aunque no me gusta, porque preferiría estar de repostera o de diseñadora de interiores, era lo que había conseguido y tenía que aprovecharlo, por mi familia y por mi. Además gano bien— pensé que el trabajo sería temporal, pero resultó que era buena, a el público le agrado y tampoco lo odio tanto.

—Prepárense para aterrizar. —Se escuchó hablar a la aerolínea en los altavoces del avión.

Abroché mi cinturón y sonreí para mi misma.

Easy A, más te vale ser un éxito porque no dejé a mis hermanos en Londres para venir a New York.

Easy A, más te vale ser un éxito porque no dejé a mis hermanos en Londres para venir a New York

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𝗠𝗔𝗦𝗧𝗘𝗥𝗠𝗜𝗡𝗗; taylor swiftWhere stories live. Discover now