«white is for virgins»

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—prólogo✨

Las ruedas del auto crujían en la grava que rodeaba el edificio, llenando el silencio.

Era tarde, la luz de la luna caía como una cascada sobre la abandonada casa.

Era grande y lucia misteriosa bajo la luz de la luna. El porche crujía cada que algún peso se posaba sobre la vieja madera.

La casa estaba alejada de la ciudad, era un sitio conocido. La pieza favorable en esta ciudad de mierda en la cual nunca nada pasaba.

Todos en la ciudad habían estado ahí, aunque se una vez. Los niños se atrevían entrar, ya que había una leyenda de que un niño se había suicidado ahí. La policía estaba harta de recibir llamadas por parte del cuidador, denunciando vandalismo y allanamiento. E incluso las escuelas solían llevar a los niños de excursión ahí.

Justin Bieber apago las luces delanteras de su auto y miro como el humo que salía de su boca se disipaba en el aire. Fumar siempre había llamado su atención, esa era la razón por la cual lo había empezado a hacer.

La mano que no sostenía el cigarrillo tomaba con fuerza el volante, haciendo que sus nudillos se tornaran blancos.

Su madre se había ido de nuevo.

Ella tenía la manía de hacer sus maletas y dejarlo a su suerte, a veces se iba unos días otras veces se iba por meses. Cada vez que él llegaba a casa, se encontraba con que esta estaba vacía y con nos cuanto dolares en la encimera, que duraba tanto como él pudiese extenderlos. Pero eso no se comparaba con el enojo y la irritación que sentía cada vez que él recibía su madre con los brazos abierto cuando ella volvía a casa.

A veces Justin lo único que quería hacer era sacudir a su madre y gritarle: '¿Por qué sigues dejándome?'

-¡Bro, vamos! Sabes que el viejo Hickery llegara en quince minutos. Hagamos esto. -Chris rompió el incomodo silencio.

-Está bien, está bien. - Gruño Justin, abriendo la puerta del auto.

Las puertas del auto fueron cerradas cuidadosamente. Justin sintió la emisión de estar haciendo algo ilegal. Así era como él obtenía atención. Su madre siempre estaba muy ocupada yendo lejos de él, así había sido desde que tenía nueve. Once años actuando así no habían cambiado nada, pero aun lo intentaba.

Tomo de su auto una pequeña botella llena de gas con un trapo metido en ella.

-Yo quiero hacerlo.- dijo Ryan arrebatando la botella de las manos de Justin y la sacudió peligrosamente.

Los cinco chicos estaban intoxicados hasta cierto punto, Justin menos y Ryan más.

- Como sea - Dijo Justin tomando el encendedor del bolsillo. Quito la tapa con su dedo e hizo presión, así que se formo una pequeña llama. - ¿Listo? - pregunto a Ryan.

- Sí, hombre. Vamos a quemar esto.

Justin acerco la flama al trapo y este tardo unos segundos en prender, Ryan hizo su brazo hacia atrás y lanzo la botella.

Esta se estrello contra el vidrio y los chicos esperaron un rato.

- ¿En que nada va a pasar? - pregunto Tony después de un rato.

Luego un resplandor naranja se expandió rápidamente. El calor golpeo sus rostros y pronto pudieron oler el humo y la madera quemada.

- Oh mierda. - los ojos de Justin se agrandaron. El fuego azoto contra la madera. - ¡Todo el mundo al auto, ya"

Justin se alejo de la casa y vio por el espejo retrovisor como el fuego consumía la vieja casa.

Tomo la ruta más larga devuelta a la ciudad, no queriendo tomar el riesgo de toparse a los bomberos quienes estarían haciendo su camino tan pronto como el Viejo Hickey viera la casa quemarse.

Justin condujo de vuelta a la ciudad dejando a cada uno de sus amigos en sus respectivas casas, reían y se felicitaban entre ellos por el logro de haber quemando la casa.

Él rodo los ojos de cuando Ryan entro a casa.

Estaba aburrido. Estaba inquieto. Quería salir de esa ciudad.

Pero si a sus veintes años apenas había pasado a la escuela secundaria, no tenía muchas posibilidades de irse. Estaba atrapado y eso lo frustraba.

Condujo a asa, una casa, que más vacía no podía estar. Parqueo el mustang y apago el motor. Suspiro pesadamente.

El alguacil Daniels estaba sentando en el porche de su casa. Ambos hombres se miraron por unos minutos a través de la ventana del auto de Justin antes de que el aguacil Daniels le hiciera señas con dos de sus dedos.

Justin salió del auto y camino lentamente hacía el hombre de mediana edad que estaba sentado en el porche, apoyando sus brazos en sus rodillas. Justin se sentó junto a él y ambos miraron a través de la calle a la casa del alguacil Daniels. Había una tenue luz prendida en la ventana del frente donde seguramente la Sra. Daniels estaba en su silla mecedora, tejiendo.

El alguacil Daniels y su esposa había cuidado de Justin y le había dado todo lo que necesitaba después de haberse dado enterado que su madre se iba y venía a su antojo.

Ambos se habían encariñado con Justin, lo había visto crecer y jugar con los demás chicos del vecindario. La Sra.Daniels no había podido tener hijos así que le gustaba jugar a la mamá con los niños del vecindario, les horneaba pasteles y besaba moretones cuando las madres estaban ocupadas. Justin siempre había sido un chico dulce, solo sonrisas y risas.

Después de que Justin llegara a los nueve años con lágrimas en los ojos y una quemadura por haber intentado freír un huevo, la Sra. Daniels siempre había velado por él.

Le hacia la cena, la merienda, firmaba hojas de permiso y le había dado el afecto maternal que tanto necesitaba.

Justin también los amaba y le rompía el corazón ver como lo veían cuando se metía en problemas. Él sabía lo que hacía y el aguacil Daniels no podía sacarlo de sus problemas siempre.

- Hueles a humo.- dijo el alguacil Daniels rompiendo el silencio, Justin trago.

- No fui yo quien lo arrojo. - dijo suavemente. No iba a delatar a Ryan pero era importante que el alguacil Daniels supiera que no había sido él.

- ¿Pero estuviste ahí?

- Sí. - admitió Justin.

- Justin.- suspiro el alguacil Daniels, pasando una mano por su canosa cabellera.

- Lo siento.

- El incendio fue muy grave. No sé si pueda sacarte de esta.

- Ella se fue.- dijo en intento de excusa, aunque ambos sabía que lo era.

- Lo lamento.- dijo el alguacil Daniels.- servicio comunitario sería el mejor de los casos.

- Está bien.- dijo Justin aceptando el comentario.- ¿Y el peor?

- No lo sé. Tienes antecedentes y ya no eres menor. Podrías ir a la cárcel.

- Lo siento.- Justin hizo una mueca.

- Haré lo mejor que pueda. ¿Quieres entrar a ver a la Sra.? quiere saber si estás bien.

- Creo que simplemente iré a dormir. Dile que estoy bien.

- Está bien, no lo olvides. Mañana vamos a la iglesia. ¿Podrás levantarte temprano y estar listo a tiempo? - el alguacil Daniels miro hacía abajo a Justin, Justin supuso que era una mirada paternal, pero como saberlo si tampoco tenía un papá.

- ¿Tengo que ir? estoy cansado. - pregunto Justin, aun sabiendo que estaría listo a tiempo.

La iglesia era importante para los Daniels, así que era importante para él.

- Sí. Espero que estés afuera a las siete y media. ¿Me explico?

- Sí.

- Buenas noches chico.- el alguacil Daniels le dedico una cálida sonrisa a Justin antes de darse la vuelta y hacer su camino a casa. Espero en el porche hasta que Justin estuvo sano y salvo en su casa. Luego entro a la suya y se sentó en el sofá con la Sra. Daniels

—user/autor✨; @ariswaggybiebs

—datos; novela en proceso (actualizaciones lentas), aún disponible.✨ 


✨FANFICS JB✨Where stories live. Discover now