𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒂𝒄𝒖𝒂𝒓𝒆𝒍𝒂 | Sasuke x OC

Nuestros años juntos.

Recuerdos de acuarela.

Nuestros años juntos.

EXTRA

ADVERTENCIA: Lemon. Ya saben, empieza y termina en el emoticón de limón, para quien se lo quiera saltar. XD

赤い砂そら/うちは サスケ

-¡¿Todavía no la buscas otra vez?! -preguntó Naruto a su amigo, con sorpresa. -¡¿Ya pasaron dos meses de su divorcio y la sigues evitando?!

-Le estoy dando su espacio. -se defendió Sasuke. -Hasta yo me siento como una persona no grata para mí mismo ahora.

-¡No señor! ¿Qué clase de esfuerzo es ese?

-¿Esfuerzo para qué? -Cuestionó, levantando una ceja. Sentía que había perdido ya el hilo de la conversación.

-¡Pues para recuperarla! ¡Demuéstrale que aún la amas, y no aceptes un no por respuesta! ¡Haz lo que sea necesario para volver a enamorarla, de veras!

Sasuke se quedó mudo, mirándolo con cierto repelús y sin bajar la ceja.

-Sí yo fuera tu ex esposa, te pondría una orden de restricción y me iría del país.

-Qué bueno que no eres mi exesposa entonces, porque no permitiría hacerlo.

-Naruto, eso se llama acoso, "de veras". -se burló de él. -No voy a forzarla a estar conmigo, si eso no es lo que quiere. Sólo deseo que haga lo que haga, sea feliz. No pido más.

-Ya veo. Eres aburrido y derrotista, entiendo por qué te dejó. Además soy un novio fenomenal, ¡pregúntale a Gaara! -Sasuke puso los ojos en blanco y llamó al mesero para pedirle la cuenta por aquella cena con su amigo después de un día de trabajo.

En una cosa tenía razón Naruto: debía volver a buscarla. No con intenciones románticas, sólo para mantener su relación en buenos términos. Procuraba visitar a sus hijos cada vez que ella estaba trabajando, y si al llegar a la casa el auto de Sora estaba en el estacionamiento, él se iba y probaba suerte al día siguiente. Pero por los niños, lo más seguro era que se dejaran de tantos rodeos y mantuvieran la situación en paz. No es como que Sora le hiciera groserías o desplantes las pocas veces que habían coincidido, pero el ambiente se ponía sumamente incómodo, y podía notar fácilmente que sus sonrisas no eran sinceras como las de antaño, sino lo más falso que ha tenido el infortunio de apreciar. Necesitaban hablar una vez más. El cumpleaños de Setsuna sería pronto, a principios de febrero. Lo mejor sería arreglarse para poder pasarlo todos juntos.

Finalmente, se dejó de cobardías y fue a buscar a Sora un jueves a las diez de la noche.

Su hija Kazashi fue quien le abrió la puerta, advirtiendo en voz baja que su mamá estaba presente. A lo cual él contestó que no importaba, pues justamente la estaba buscando.

La niña se sorprendió, y de inmediato se fijó en las manos de su padre, esperando encontrar un detalle. Rosas, chocolates, un collar o alguna de esas cosas que los hombres usan para pedir perdón. Pero no llevaba nada consigo.

Se hizo a un lado, lo dejó pasar y fue a reunir a sus hermanos. El más pequeño estaba mirando la televisión, y el otro par hacían tarea en el comedor. Hizo que todos se subieran a la planta alta para darles espacio a sus padres, pero poder escucharlos a la vez.

Sora se encontraba lavando los platos con audífonos puestos, cantando en voz baja una canción que él siempre le criticaba por "sonar demasiado pop". La inspiración de la mujer era tal, que marcaba el ritmo con su cabeza y ligeramente con su cadera, cantando sin voz con tal pasión que fruncía el entrecejo. Se veía tan hermosa que ni siquiera quería interrumpirla. De pronto, Sora sintió que alguien la estaba observando, y al apreciar de reojo una figura masculina vestida de negro que le sacaba diez centímetros de altura, naturalmente se asustó, pues no podía ser ninguno de sus hijos. Además, el trauma de aquella vez que entraron a su casa, había sido tal que se había mudado con sus niños a un lugar grande, menos llamativo, pero seguro. Hasta había mandado a poner herrería en todas las ventanas y la puerta. Su primera impresión era que la situación se estaba repitiendo. El pánico la hizo sentir que su alma abandonó su cuerpo. Ahí mismo, tuvo un ataque de estrés postraumático.