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Cogí mi móvil del sofá para llevarlo directo a la cama. Son un poco mas de las 11 de la noche aquí en Madrid y el frio comienza a pronunciarse haciéndome echar de menos cada vez más mi Málaga y su verano eterno. Voy, arrastrando los pies haciendo sonar mis pantuflas contra el suelo y apagando las luces a mi paso hasta llegar por fin a la habitación y tumbarme en el colchon con desgana.

Doy vueltas en la cama intentando llenar los espacios y envolviéndome en las cobijas para calentar mi piel, harta de ello dejo escapara un suspiro pesado mientras no dejo de pensar que no estoy donde quiero estar, como y con quien quiero. Tire de las mantas para arroparme mejor y hacerle al menos un poco de frente al invierno prematuro de un noviembre que no se percata de que aun es invierno. Cogí el móvil para intentar cansar mis ojos y dormir, ayer termine el libro que estaba leyendo y tenia algunos digitales pendientes. Pero no hay como el papel, la tinta y el olor a libro nuevo.

Intente leer un libro que me recomendó mi cuñada, lo intente lo juro. Pero no hay caso conmigo y lo digital. Caí inevitablemente en las redes sociales, decidí mirarlas solo un poco, tal vez así me distraiga y consiga conciliar el sueño.

Aun sigo recibiendo saludos y felicitaciones por mi cumpleaños, pero yo preferiría olvidarme esa fecha. Es el segundo cumpleaños en toda mi vida que no le encuentro sentido a festejar un día mas en el calendario de muchos. La primera vez que me sentí así fue cuando las inundaciones de Málaga no dejaron que mis abuelos llegaran a mi fiesta número 10, ni a ninguna otra. Y yo odie tener que festejar la vida cuando me hacían falta dos. 

Y este año habiendo pasado 32 de aquel 14 de noviembre en que la espera se convirtió en infinitud, otra vez sentí esa pesadez en el pecho de saber que estaba festejando la vida cuando me hacían falta dos.

Debo reconocer que mis fans me han llenado de amor y videos preciosos con fotos que ni yo recordaba tener, alegrándome al menos un poco más aquel día. Y otros de ellos me llenan diariamente de notificaciones restando los días que faltan para que salga mi nuevo disco. Debería de estar igual de emocionada que ellos, pero me esta costando lo suyo.

Viaje a Instagram, lo evite lo mas que puede, pero caí allí sin remedio, sabía que mi perdición me esperaría allí en cualquier momento. Esquive mirar las historias, pero su nombre resaltaba entre los tantos llenándome de ganas ver lo que había subido y no podía controlar mis instintos. Agradecí estar en la cama cuando vi su imagen, llevaba un pantalón negro de cuero pegado al cuerpo que provoco que mi corazón pase de 0 a 100 en un segundo, unas botas texanas que me recordaban el final de sus piernas y una chaqueta de cuero que dejaba ver por debajo una polera translucida y bajo ella, ese lunar en su pecho que tantas veces había sido mi debilidad.

A su lado Joaquín con una sonrisa de oreja a oreja, como cada vez que la tenia cerca. Se me encogió el pecho de solo recordarlo.

Joaquín, ella es Mónica, mi pareja. Los presente mientras ella temblaba a mi lado.

Claro, Mónica. Yo se quien eres, Dijo el con su voz ronca mientras le daba una calada a su cigarrillo, la única mujer guapa que jime me deja ver los fines de semana. Bromeo.

Mónica enrojeció y dejo salir una carcajada nerviosa.

Un gusto conocerle Joaquín Agrego tímida estirando su mano para saludarlo.

tuteame niña, que ya eres parte de la familia.  el abrió sus manos para recibirla con una sonrisa inmensa y se acercó para darle dos besos

Anda chiquillas, pasad, como en casa. Se dirigió finalmente a mi haciéndose a un lado.

Desde aquel día Mónica y Joaquín se volvieron inseparables. Siempre buscábamos el hueco para poder visitarlo y nos quedamos horas y horas allí o en casa, bueno la casa de Mónica.

Fuimos mejor de lo que contasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora