Llegó el momento en que tú y yo nos encontremos.
Dos actores y un amor clandestino muerto por una traición.
Tardé veinticuatro horas en enamorarme perdidamente de ella.
Durante tres años he querido olvidarla, pero mi piel y mi alma no pueden.
Me vol...
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—Nuray, en esta escena, necesito que te quedes enfrentada a Hakan y lo mires con intensidad. Piensa que con esa expresión él debe de creerte, pues tu vida depende de que lo haga —le indica el director mientras ella escucha atenta, concentrada y preparada para actuar.
Tras unos últimos retoques de maquillaje, nos situamos en escena a la espera de las órdenes del director.
Observo el entorno, hoy rodamos en exteriores: nos encontramos en una vieja nave derruida, sus techos son altos y a nuestro alrededor hay cajas de madera dejadas caer al azar por el espacio. Al fondo se puede ver cómo unas cadenas cuelgan de los barrotes de una pequeña ventana por donde entra la poca luz que ilumina la estancia.
Nuestros cuerpos enfrentados, apenas nos separan unos centímetros. La observo y me concentro en el rayo de luz que prende de su cabello. Refreno mis ganas de abrazarla mientras ella se recoloca sacudiendo sus manos como cada vez que busca concentración. Repaso en mi memoria el diálogo y, con unas pequeñas inspiraciones, me obligo a meterme en el papel a la espera de la orden de comenzar.
Las cámaras ya nos rodean y los difusores de luz están ubicados en su sitio.
—¡Acción!
Alargo mi brazo y sujeto a Nuray por el suyo atrayéndola hacia mí. La encaro y ella, de la manera que le ha ordenado el director, enfrenta mi mirada. Desconozco lo que me pasa, mi cuerpo se pone en alerta al sentir sus pupilas clavadas en las mías. No sé si es cosa de mi imaginación, pero juraría que siento la manera en la que el corazón golpea su pecho tan fuerte como lo hace el mío. Mantengo el contacto visual del modo que indica el guion, aunque intento leer en sus ojos, necesito saber si es cierto y siente el mismo peligro ante mi cercanía que yo.
—¡Corten! —vocifera el director—. Toma buena, comprobamos escena.
Suelto el aire que llevo conteniendo en mis pulmones debido a su cercanía y ella se aleja con prisa, sé que también intenta poner espacio ante lo que acabamos de sentir. La observo dar unos pasos y me irrito con la voz que llega a mis oídos.
—Genial, Nuray. Amor eres maravillosa.
Se vuelve al oír la voz de Önder, su prometido, y la sonrisa que debería dedicarme a mí se la ofrece a él. Cierro mi puño con fuerza para controlar la rabia que me da ver, cómo él posa su mano en esa misma cintura donde se encuentra el gran abismo en el que me perdería.
—Hakan, nos vamos a rodar la escena donde tienes el accidente.
La voz del director me saca de mi fantasía.
—Está bien, dame cinco minutos y vuelvo.
Con grandes zancadas llego al lugar donde están las botellas de agua para coger una y mis ojos siguen a Nuray presos de ella. La furia me invade al ver a Önder besar su cuello antes de irse. Con el impulso de esa ira, camino hacia ella decidido a hablarle de lo que acaba de pasar en la escena que acabamos de rodar.
—Nuray, espera —solicito al llegar a su altura.
—Hakan, me marcho. Önder me espera en el coche, mi futura suegra está enferma y debo acompañarlo al hospital. ¿Querías algo?
—Nada, una tontería, nos vemos mañana en el rodaje —digo, deseando que no se aleje tan pronto.
—Claro, hasta mañana.
La veo abandonar el plató confuso ante lo que empiezo a sentir por esa mujer a la que no me puedo quitar de la cabeza.
𝓒𝓸𝓷𝓽𝓲𝓷𝓾𝓪𝓻á...
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