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El teléfono de la casa sonó; dos veces su estridente ruido llamó mi atención esa friolenta mañana. Apenas había tomado mi desayuno, cuando tuve que dejar mi taza de café a lado para atender la llamada.

Que el teléfono sonara era verdaderamente una sorpresa pues en todo mi tiempo refugiado nunca nadie llamó a Chanyeol. Quizá sus conocidos sabían que estaba en la cárcel, o quizá no tenía muchos amigos. Aunque eso último era poco probable pues él siempre fue un hombre sociable y elocuente. No me lo imaginaba como un solitario gruñón.

—¿Sí?

—Así que es cierto, estás en el departamento de mi hermano. Es bueno saberlo, Baekhyun.

Un frío viento arrolló mis huesos al escuchar la tétrica voz de mi marido. El tono gélido y maquiavélico fue solo el inicio. Aún por el auricular, era capaz de sentir el aura oscura que rondaba a Seung.

¿Cómo es posible que estuviera tan asustado de mi propio esposo?

¿En qué momento pasó?

¿En qué momento sus palabras de cariño y amor se convirtieron en promesas de muerte y venganza?

¿En qué momento me convertí en su enemigo y él en el mío?

Aterrorizado, me vi preso de los recuerdos. Mi memoria me llevó a aquella noche hace un par de semanas cuando tuve que escapar de las fauces de un fiero león que pretendió despedazarme: mi propio esposo. Apenas logré encontrar la salvación cuando era nuevamente el objetivo de ese hombre.

Ese ¡bum, bum, bum! de mi corazón al correr. Mis pisadas apresuradas golpeando con fuerza el agua sobre la roca. El chapoteo y el de mi propio llanto. Aquel miedo helado arañando mi carne y adentrándose en mi pecho para adueñarse de mi ser. Y en su momento, detrás de mí era únicamente capaz de escuchar la fantasmagórica voz de Seunghyun persiguiéndome.

—¿Qué pasa?, ¿mi hermano te comió la lengua?

—... ¿Qué quieres?

Era obvio que no esperaba encontrar a Chanyeol en el apartamento cuando él mismo lo envió a la cárcel. Así que era evidente que sabía de antemano que yo estaba quedándome ahí. La pregunta que me hacía era, ¿por cuánto tiempo lo supo? Como si importara, en realidad, el punto era que lo sabía. No tenía ya un lugar seguro.

—¿Qué quieres? —repetí, esta vez con la voz más dura.

—¿Así saludas a tu esposo, al hombre que juraste amar, obedecer y serle fiel? —increpó con reproche.

¡Qué sinvergüenza!

—Así saludo al hombre que intentó matarme, que me golpeó y me obligó a huir.

—Cosas que tú provocaste, por cierto, ¿o debía abrazarte por haberte aliado con mi hermano?

—Eres un salvaje —escupí yo.

—Y tú una perra traicionera, pero ya he de cobrarte esa afrenta.

—No te atrevas a acercarte a mí. Si lo haces-

—¿Qué?, ¿acaso esperas que Chanyeol te defienda siempre? Él no podrá hacer nada desde la cárcel.

—Me salvó de ti aquella noche.

—Pero no podrá hacerlo toda la vida. Entiende una cosa, mi adorado esposo, a Chanyeol no le importas ni un poco. Él es un hombre que solo ve por su vida y es capaz de utilizar a quien sea con tal de lograr lo que se propone.

—Es curioso que esa descripción me recuerde más a ti que a él.

—Porque no lo conoces, pero ya me darás la razón.

SIN SALIDA (Chanbaek)Where stories live. Discover now