7. Dylan.

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— ¡Dylan! —me grita Damián, sobresaltándome. Lo observo — Llevo rato hablando contigo y no me respondes, ¿dónde tienes la cabeza?

Suspiro con cansancio.

Llevo días, pensando en lo que pasó en el viejo muelle. O más bien, lo que no pasó porque Damián apareció justo unos segundos antes de que cometiera la estupidez más grande de mi vida y me declarara a María.

No puedo olvidar su sonrisa coqueta y el brillo travieso de sus ojos. Por un momento me sentí como si mis sentimientos fueran correspondidos, y sinceramente, pensé que María me iba a besar… pero después llegó Damián y fue como si nunca hubiera pasado nada.

Nada de frases…

Nada de sonrisas coquetas…

Nada de indirectas…

¿Me habré imaginado todo lo que pasó? ¿El roce de sus labios? ¿Mis sentimientos por María me jugaron una mala pasada?

Vuelvo a suspirar, antes de tomar un poco de mi cerveza.

— Solo estoy cansado.

— ¿Seguro? —me pregunta dudoso, Damián— ¿No será lo que pasó en el muelle?

Sorprendido lo miro, deteniendo el camino de la cerveza a mis labios.
Damián me sonríe de medio lado.

— No soy idiota, aunque María diga lo contrario —me dice, ampliando la sonrisa—  Sentí la tensión que había entre ustedes cuando llegué al muelle.

— No pasó nada— le respondo, después de unos minutos en silencio.

— Lo sé. María me lo hubiera dicho.

Curioso, me volteo hacia Damián.

— ¿Aunque estén molestos?

— María es mi hermana… —me responde, y es tanto una declaración como una advertencia—  Arreglamos nuestros problemas. Ella tenía razón, no soy el único que lidia con nuestros padres.

Asiento con la cabeza, y distraídamente miro a nuestro alrededor. Ni siquiera necesito hacer un esfuerzo para buscarla entre la multitud, luciendo un vestido ceñido a la cintura rojo vino, veo a la dueña de mis pensamientos caminar hacia mí.

— Supongo que hoy se acaban las indirectas… —escucho la voz de Damián, antes que suelte un suspiro y se aleje hacia la pista de baile.

No sé si lo dice porque cree que algo va a pasar entre nosotros o porque vio algo que yo no en la mirada brillante de María.

— Sí, hoy se acaban las indirectas —susurro, tomando una decisión.

Miedos y Deseos.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ