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-No puedes dormir, tampoco yo

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-No puedes dormir, tampoco yo.- Murmuro Deidara acariciando detrás de la oreja del minino que estaba acostado a su lado en la cama mientras que el miraba sentado hacia el balcón.- Cuando duermo me quedo en la obscuridad y mis sueños están plagados de pesadillas, mis temores, sucesos malos.- Suspiro cerrando los ojos y golpeando su cabeza sin fuerza en la cabecera de la cama.- Talvez dejo que las cosas me afecten demasiado, mi hermana tiene razón, siempre seré un rechazado, me siento tan distinto a mi clan, como si fuera una pieza que no termina de encajar, o el mundo es muy cruel o yo soy muy débil


Deidara coloco sus manos en su rostro pero un ruido hizo que mirara en dirección a la puerta.

-¿Paso algo?.- Dijo levantándose de su lugar y caminar hacia la puerta, ¿Sería buena idea abrir?

Era sencillo.
Suspiro.
Solo debía abrir, asomarse y entrar. Rápido.

El menor abrió la puerta y dio unos cuantos pasos afuera mirando en ambas direcciones, resultando extraño porque entonces, ¿De dónde había provenido ese ruido? ¿Había sido su imaginación?

-El cansancio me esta afectando.- Sonrio ligeramente y nego con la cabeza, miro una ultima vez y antes de que pudiera darse la vuelta se sobresaltó al sentir como alguien lo tomaba de la cintura y cubría su boca, haciéndole imposible gritar por el susto

-Quédese tranquilo príncipe Kamiruzu, finalmente tengo la gran oportunidad para tenerlo tan cerca.- Susurró el hombre detrás de el, Deidara comenzó a agitarse, estaba muy asustado, había sido una mala idea levantarse, todo estaría mejor si hubiera dormido antes.- Mi suerte es tan grande, lo tengo tan cerca y despierto, no tendremos ningún problema ahora.- Sonrio, Deidara se sostuvo de la mesita cercana, intentando permanecer afuera.- Muy mal.- Nego el hombre divertido tomándolo con fuerza para ingresarlo a la habitación, Deidara forcejeó un poco provocando que el jarrón puesto en la mesita cayera partiéndose, generando un gran ruido

-¡Dejame!

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