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Junio 23, 1917.

Sentía que algo malo le sucedería aquel día, llámenle como quieran: Premonición, Presentimiento, Corazonada, Presagio y de mil maneras más, pero ella lo tenía muy marcado en su interior aquel agrio sentimiento.
El día parecía ir relativamente normal incluso para alguien para ella, el día era caluroso, ya que se encontraban en verano, pero estaba feliz de sentir el calor del sol sobre su piel pálida, ya que hace mucho que su cuerpo sentía frío.

Pero esa mañana, al despertar dentro de su fría cama de sábanas blancas rodeada por medicamentos y el olor particular que tenía el alcohol para desinfectar la habitación sabía que había llegado el momento, era su hora.

Finalmente podría morir.

Ella había estado por un largo tiempo enferma, desde niña había sufrido de una rara mutación en sus células que prohíbe que su cuerpo combata infecciones y las mismas células la enfermen dando consecuencia a un raro tipo de cáncer en la sangre lo que la estaba matando, o más bien, lo que ya la había matado. 

Al tener un buen estatus social por el trabajo de su padre estaba siendo cómodamente tratada desde su propia habitación en su cama en vez de una horrible habitación de hospital compartiendo espacio con muchos enfermos más.

Al principio tenía la esperanza de curarse, ya que había enfermado desde muy chica y su doctor solía repetirle que los niños se curaban más rápido que un adulto, pero pasaron los años y solamente pudo ver el como sus ojos verdes vividos que tenía habían sido cambiados por unos opacos, sin esperanza, casi muertos.

Tosió fuertemente al sentir la necesidad de hacerlo, cuando retiro su mano de su boca podía ver la sangre que había escupido.

No le quedaba mucho tiempo, quizás horas o días, pero iba a morir y eso era obvio.

Se levantó con lentitud de la cama, al menos aún podía levantarse por sí misma, fue hasta el lavabo dónde pudo limpiar su propia sangre de sus manos, al levantar la mirada se topó con su propio reflejo.

Su piel que ya era bastante clara antes de enfermar ahora estaba de un blanquecino enfermizo, la delgadez en su rostro no paso desapercibida, sus pómulos se marcaban y las grandes ojeras en su cara se podían ver incluso sin luz. Su cabello castaño oscuro le llegaba hasta la cintura y era algo ondulado en las puntas. Sus labios estaban secos y desquebrajados, eran algo delgados y con un arco en el labio superior.

Se dio la vuelta caminando de regreso a la cama en cuánto escucho como se abría la puerta de su habitación. Sabía quién era, él siempre venía todos los días, a la misma hora, sin falta alguna.

— Iss, ¿Estabas fuera de tu cama? — Fue lo primero que dijo Conrad al ver a la chica caminar apresuradamente hasta su cama. — Sabes que es mejor para ti estar siempre en descanso.

Conrad había sido un ángel caído del cielo para ella. Él venía todos los días por parte del hospital a hacerle compañía, ya que sabían que su padre por su trabajo no estaba en casa la mayor parte del tiempo, básicamente era caridad, venía y leía cuentos para ella, tocaba la guitarra, charlaba con ella y la animaba.

A veces en su soledad sentía que estaba enamorada de Conrad, era el primer chico que le hablaba sin sentir lástima de ella, con él era alguien sin enfermedad, solamente era una chica de 18 años que estaba tonteando con el chico que le gusta, pero sabía que no podía ser tan egoísta.

— Solamente fui a lavarme las manos y arreglar un poco mi cabello. — Devuelta en la cama se volvió a cubrir con las sábanas de esta, mirando atentamente los ojos rojos que tenía Conrad, siempre le había causado curiosidad su color de ojos. — ¿Estás enojado? — Preguntó tímidamente.

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⏰ Last updated: Dec 11, 2023 ⏰

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BLOODY NIGHTFALL , JASPER HALE ( EDICIÓN )Where stories live. Discover now