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Empezó a despertar lentamente y a medida que recobraba la conciencia, lo primero que notó, fue el fuerte olor a humedad a su alrededor.
Le dolían las articulaciones y su pierna le ardía por el rose de una bala. Recordaba vagamente como su barco había sido atacado por piratas. Luego una lucha de espadas y finalmente un dolor agudo en la pierna izquierda que le hizo caer al mar. Luego de eso, las cosas se volvieron borrosas y no recordaba nada más. Seguramente la corriente lo había arrastrado hasta ahí.

Trató de moverse, pero sus miembros estaban restringidos de alguna manera. Abrió mejor los ojos, sorprendiendose al darse cuenta de que estaba atado con lo que parecían ser algas marinas, por su textura húmeda. Sus manos estaban atadas trás su espalda y sus piernas a rocas puntiagudas que sobresalían del suelo. Estaba en una cueva, pudiendo escuchar perfectamente el sonido de las olas, con luz entrando por unos tragaluces naturales en el techo de piedra.
Miró a su alrededor. A su izquierda había una pequeña piscina natural de lo que parecía agua cristalina. En el fondo se podían ver rocas, conchas y corales de colores variados. Estas por alguna razón, parecían perfectamente ordenadas.
Trató de cortar las algas en sus muñecas contra la pared. Pero ésta era muy lisa y pulida. Aun tanteando no pudo encontrar alguna superficie afilada.
Entonces pensó que aunque no había nadie...  Alguien debió atarlo y dejarlo sentado contra la fría pared, no?

-Ya despertaste humano?-se escucho una dulce y aguda voz.

El susodicho dejó de moverse inmediatamente. Se quedó muy quieto, tratando de localizar de donde provenía aquella voz que había escuchado.
Entonces de entre las sombras, apareció un hombre, pero había algo extraño en este. Se arrastraba sobre sus manos.
Llegó a unos metros del apresado, dónde la luz natural iluminó la parte inferior de su cuerpo, pudiendo ser mejor apreciado por los ojos del contrario.
Tenía una cola de pez.

El humano dejó casi de respirar. Ante sus ojos había un tritón, un ser mítico de extraordinario valor y belleza, protagonista de leyendas y cuentos fantásticos.
Al enfocarse mejor en su rostro, la parte más humana al menos, pudo detallar que tenía orejas puntiagudas. Sus dientes parecían tener algo de filo apenas, pero cuando la criatura sonrió unos colmillos afilados aparecieron, haciendo palidecer al humano.

-Puedes hablar?-le preguntó la criatura y un escalofrío recorrió la columna del contrario-No tengo intenciones de comerte por ahora. Te traje aquí con otro propósito.

Luego de decirle esto, la hermosa criatura marina le sonrió, acercándose aún más, hasta que estuvo frente a él. El humano pudo admirar mejor las facciones del ser mítico. Su piel pálida y tersa. Sus hermosos ojos morados que brillaban de acuerdo a la luz. Los lacios cabellos color azabache. Su nariz era delicada, terminando en una curva elegante y sus hermosos labios rosáceos y letales invitaban a acercarse.
Tenía unas delicadas y casi imperseptibles lineas a los lados de su cuello, que se parecían a las branquias de los peces, pero en ese momento no se movían, probablemente porque la criatura estaba usando su nariz. Su cuerpo parecía ser el de un joven hombre que aún no llegaba los treinta. Atlético y musculoso, pareciendo tener un poder sobrehumano.
El tritón lo contemplaba, mientras el humano seguía inconcientemente callado, observando cada detalle de él.

El humano salió finalmente de su trance, por la sonrisa del bello monstruo. Si es que se le podía llamar monstruo a algo tan hermoso y sin embargo lo era. Pues aun desconocía sus intenciones, que podrían ser letales.
La criatura se acercó y la punta de su nariz de rozó el cuello del humano, quien hizo un movimiento hacia atrás por el repentino y frío contacto. El tritón azabache sonrió aún más, fascinado con las reacciones de su preza. Entonces su suave voz sobresaltó un poco al humano.

-Cuál es tu nombre? Eres muy agradable a la vista. Más que los demás humanos que he devorado-le dijo coqueto el tritón, en un tono más bajo y sensual hacia el final de la horrible oración.

El humano se empezó a sentirse extraño. Luego la criatura rozó sus labios fríos contra los de él. Una bruma placentera empezó a descender sobre la mente del cautivo, dejándolo curiosamente exitado y somnoliento al mismo tiempo.
El tritón gimió, escuchandose como un humano. Sus fríos labios recorrieron suavemente la mandíbula del cautivo y luego con su lengua, lamió el labio superior del humano, que suspiró y abrió la boca.

La lengua suave de la criatura acarició la humana y una chispa de calor empezó a tomar fuerza desde su boca hasta sus entrañas. Acaso era veneno?
Luego de unos momentos de contacto entre sus lenguas, el tritón se separó un poco y volvió a hacer la pregunta. Ésta vez, el humano le contestó.

-Ruben.

Deep Purple ⊰Rubegetta AU⊱Where stories live. Discover now