𝑀𝑜𝑚𝑚𝑦, 𝑝𝑜𝑟 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟.

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Mi explicación no parecía funcionar. Mientras yo trataba de explicarle cómo aprobar el maldito examen, Oliver simplemente no me escuchaba.
—Te recuerdo, Oliver, que tú fuiste el que pidió mi ayuda, así que si prestas atención, lo agradecería.
Sus rizos castaños rebotaron cuando levantó su cabeza, mirándome con sus grandes ojos azules.
Su rostro aniñado rápidamente tomó una seriedad digna de un actor.
— Perdón, profesora.— su voz de arrepentimiento casi me convenció hasta que tuvo que morder sus labios para contener una sonrisa.
Mi ceño rápidamente se frunció, mirándolo a los ojos con enojo.
—Te doy otra oportunidad: discúlpate y presta atención, y olvidaré el castigo.
Sus cejas se levantaron, fingiendo sorpresa, y las esquinas de sus labios se arquearon, sonriendo descaradamente.
Reí. Realmente quería hacerme enojar.
— Uno...— empecé a contar— Dos... Tres.
Me levanté de mi silla lentamente, provocándolo, para caminar a su banco, enfrente de mi escritorio.
Entonces acerqué mi mano lentamente a su rostro y empecé a acariciar sus labios, llevando mi dedo pulgar desde una esquina a la otra, hasta tirar de su labio inferior hacía abajo.
Sentía su aliento caliente en mi piel.
Lentamente introduje el dedo en su boca, obligándolo a chuparlo. Primero lo hundí apenas dentro de su boca, pero continué, hasta que sus labios tocaban mi nudillo.
Entonces saqué el dedo y tracé con él un rastro de su saliva, empezando desde sus labios, pasando por su barbilla, y terminando en su cuello.
Su piel blanca, pálida era ideal para marcarla, así que envolví mis dedos alrededor de su cuello con fuerza, y tiré su cabeza hacía atrás, apoyando su nuca sobre el respaldo de la silla.
—Te gusta esto, ¿no, Oli? Pero me cansé, bebé, y ahora no seré tan buena. —susurré lentamente en su oído, apretando aún más mi agarre.
Oliver amaba el placer. Pero aún no comprendía que, si deseaba sentir placer, debía ganárselo. Debía ser un buen chico.
Lamí su oreja, repartiendo besos en su lóbulo, para seguir chupando su mejilla. Mientras, obligué a sus piernas abrirse para meter mi pierna entre ellas.
Una lamida, un beso. Otra lamida, un beso.
Podía sentir su cuello vibrar, emitiendo gemidos que, al salir por su boca, parecían quejidos ante la presión de mi agarre.
Apreté un poco más, hasta cortar su respiración, para finalmente alejarme.
Oliver tosía, recuperando el aliento.
—Quítate la remera y ponte en la misma posición.—ordené.
Oli rápidamente obedeció, sacándose la remera tan rápido como pudo y apoyando su nuca en el espaldar de la silla, mirando al techo.
Volví a acercarme, aprovechando para acariciar sus apenas definidos abdominales.
Oliver ahora era delgado, casi escuálido. Con la piel pálida y las costillas marcadas. Con la contextura de un niño de 15 años.
Muy distinto a como era antes: musculoso, con abdominales marcados, con un aspecto casi deportista.
Ahora, parecía sólo un eco, el eco de la vida que llevaba antes.
Me senté sobre su pierna izquierda, poniendo mis piernas entre las suyas, y empecé a repartir besos por su cuello, donde mis dedos estaban marcados en rojo.
Oliver sólo gemía, dejándose llevar.
Lentamente tracé un camino de besos, chupones y lamidas hasta sus clavículas, usando una mano para acariciar su erección sobre el jean, y la otra para acariciar su abdomen.
Rápidamente Oliver era un desastre de jadeos y quejidos. Se retorcía, y agarraba la silla, buscando contenerse. Sin embargo, después de unos minutos rodeó mi cadera con sus brazos y enterró su cabeza en mi cuello, suplicándome al oído:
—Por favor, Mommy. Por favor.
—No puedo hacer nada si no me dices lo que quieres, Oli—respondí, queriendo escuchar sus súplicas entrecortadas por gemidos, mientras seguía masajeando su miembro.
—Por-Por favor, Mommy—su propio gemido lo interrumpió cuando apreté su polla— foll-a-a-me.
Su agitada respiración chocaba con mi oído.
— Entonces dile a tu tía que llegarás tarde.

Oliver:
Mommy se levantó y salió de la habitación, yendo a buscar algo.
Rápidamente saqué el celular del bolsillo del pantalón y escribí lo primero que se me ocurrió;

Yo: Tía, tendré que quedarme unas horas más. Haremos más prácticas con Vivi. Ella me lleva a casa después.

Su respuesta no tardó en llegar:

𝔗𝔥𝔢 𝔓𝔲𝔫𝔦𝔰𝔥𝔪𝔢𝔫𝔱Where stories live. Discover now