Capitulo 4: Un reencuentro revelador

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Un reencuentro revelador.

Aker.

Entrar al hotel es fácil y más cuando eres dueño, sobre todo si lo conoces por completo como yo.

Gabin se acomoda el traje, lo detesta y puedo notarlo en su cara, así como el sudor en su frente y sus manos temblorosas, sabe que su hermano está aquí y eso lo tiene así.

Me mira pero no dice nada, me muevo por los pasadizos que conozco como la palma de mi mano ya que yo me perdía en ellos cuando era niño.

Estos hoteles están construidos en estructuras viejas de la época y son consideradas patrimonio nacional, han pasado de generación en generación y así no sea un Völker de sangre soy uno de corazón y porque mi padre me tomo como suyo sin interesarle nada.

Me mostró los planos de cada hotel qué hay en el país o el mundo, los conozco de memoria una vez que estoy en ellos y puedo manejarme con facilidad y rapidez dentro de los túneles.

Le explico brevemente a Gabin a donde debe ir y le digo que me llame una vez llegue. Nos separamos y cuando salgo del pasadizo me encuentro en el segundo piso del salón.

Está transitado y tomo un vaso de alcohol que reparten los camareros mientras me acerco a la baranda mirando el lugar buscando mi objetivo.

No lo veo, al contrario, me paralizo cuando entre la multitud veo a mi querido ex suegro junto con mi madre.

Ambos hablan como si se fueran amigos y el hecho de que la estoy viendo luego de dos años  hace que se me acelere el pulso y las ganas de ir a ella incrementen. Sin embargo me detengo cuando la multitud y los flashes me hacen  llevar la mirada hacia la entrada donde entra el palurdo de Scott Landon del brazo con... Irina.

La boca se me seca y el pulso se me dispara. La emoción que siempre he sentido por ella explota en mi pecho cuando la veo en vivo y en directo luego de tanto tiempo.

La miro, esta tomada del brazo del mismo palurdo de hace casi tres años. Aprieto los puños dispuesto a todo, y casi gruño cuando él le besa la coronilla ¿que se cree? Se le acabo el teatro, aquí no abra ninguna boda, sobre mi cadaver.

El vestido se pega a ella y me lamo los labios sin poder evitarlo. Su escote me está volviendo loco luego de tanto tiempo de abstinencia y el que sus pechos incluso desde donde estoy se vean de cierta forma más grandes me hacen picar las manos.

El calor me baña el cuerpo viéndola caminar por el salón con el andar que siempre se ha cargado, como si la tierra bajo sus pies fuera una pasarela.

El cabello le cae largo y dorado a su espalda, su sonrisa hace resplandecer el lugar y sus ojos verdes envían la descarga de manera automática a mi cuerpo. Me bebo el champán de un solo golpe y me aferro con ambas manos a la barandilla viéndola subir al escenario como si fuera este su territorio.

Era Irina, ella era la rusa rubia con la que hablé por primera vez la noche de Año Nuevo mientras tenía un ataque de pánico. Era ella, la mujer que se coló bajo mi piel sin querer, tendría que estar enfermo para no reconocerla, para no recordar su altura contra la mía, sus manos en mi cabello, sus besos en la piel detrás de mi oreja, no podría olvidarla aunque quisiera.

Ella era mi Irina, mi rusa. Lo era porque siempre lo ha sido y lo seguirá siendo.

Aspiro hondo sin apartar la vista de ella.

INCREÍBLE CONEXIÓN [+18] #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora