Capítulo 16.

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              The Cure—Boys don't cry                        
                                16
                         Usik Liaric

—¡5!

—¡6!

—¡7!

—¡8!

—¡8! Vas bién cerdita, vamos.

—¡9!

Y, antes de pronunciar el número diez, dejó caer su espalda al piso.

—No V...es muy dificil esto.

—Vamos, te falta 1 y llegas con lo pactado.—comuniqué, dandole animos como todo un entrenador.

Rodé los ojos al ver como exageraba la intensidad de su respiración.

—Te espera una fresca limonada hecha por mamá.—dije, incentivandola a continuar y apretando su pansita suave.

—¡Oye! No te toques mi estomago.—se quejó medio riéndose, aún con la cabeza en el piso de mi habitación.—...ya, voy a seguir.

Asentí, dándole mi aprobación por su decisión.

Anahí había estado corriendo conmigo día tras día, consiguiendo más resistencia y disminuyendo su fatiga poco a poco.

Orgulloso y un poco sorprendido por su constancia, me obligué a ayudarla en su perdida de peso en esos días donde quería dejarlo todo.

Le repetía varias veces que sí no lo hacía ahora, entrenar y fortificar su cuerpo, ya nunca más lo haría.

Conocía Anahí perfectamente, es decir, por algo era mi hermana.

Sabía cuáles eran sus virtudes y debilidades.

Y entre sus debilidades destacaba particularmente la pereza.

Y la manera de combatir aquello era la perseverancia; mi familia y yo veíamos, por más pequeño que era, un cambio en su rutina diaria y autoestima.

Incluso en sus estudios el esfuerzo aumentó, llegando a pedirme aclaraciones solo después de haberlo intentado todo.

—¡15! Llegué a 15 V. ¡Lo superé!—exclamó, parándose de golpe y abrazándome sudorosa.

No me alejé, mas bién sonreí por el objetivo realizado.

Estaba seguro al 100% que al entrenar el cuerpo, entrenabas la mente.

Mi hermana estaba creciendo y este cambio le ayudaría en su vida.

Como bién decía mi mamá:

Hay que buscar la mejor versión de nosotros mismos aún si en el camino encontramos espinas afiladas.

Después de molestarme por algunos minutos más, donde no hizó nada más que pegarme en broma y decir cuán afortunado era en tenerla como hermana, fue a darse un baño frío.

Por mi parte, bostecé mientras estiraba las articulaciones debajo de la camiseta que comenzaba a estarme un poco pequeña.

Rápidamente me dirigí hacia el baño, dando con el espejo donde pude ver esas marcas en mi espalda.

Habían pasado solo tres días desde esa tarde en la casa de Biel, pero el claro reflejo de unos fuertes y desesperados arañazos me hacían recordar cada instante del lindo rubio gimiendo debajo de .

Internamente reí como un idiota; mi madre, aficionada a leer el horoscopo, solía decirme que los escorpio eran bastante apasionados.

| Regalame Una Sonrisa | BL +18Where stories live. Discover now