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Rubén:

—¡MI ALEX, POR FIN!—

Ari se abalanzó hacía Alex y lo abrazó fuertemente. Como de costumbre, Alex no sabía como reaccionar, pero torpemente intentó corresponder a esa muestra de cariño. 

—Acaban de darme el alta, no me gustaría que me internen otra vez.—

—Ay, lo siento.— Rió apenada y se alejó unos cuantos pasos.

Era linda la escena, los cinco en la entrada del hospital viendo a Alex sentirse como nuevo, o más bien verlo devuelto a la realidad. Los días ahí dentro fueron duros, pero lo supo sobrellevar muy bien y estoy orgulloso por él. Además, sin siquiera pensarlo, hicimos un hermoso grupo, y podría decir que fue gracias a Mangel.

—Alex, ¿Te parece si vamos a por unas enchiladas suizas?— Preguntó Mangel con su amabilidad de siempre.

—Oh, me encantaría.— Respondió tímidamente. En un tiempo estoy seguro que se volverán grandes amigos, y la mejor iniciativa es nombrar "Enchiladas suizas", y así podrás ganarte su amistad.

Antes de partir, miré a Iván sin pensarlo y lo noté distinto, como si tuviese algo que decir, pero antes de que pudiese preguntarle, unos ruidos de unos tacones hicieron que nos llamaran la atención.

—...¿Alex?—

Reconocí a esa mujer al instante, parecía como si recién hubiese salido de trabajar. Miré a Alex por un momento, y pasó de estar de buen humor a tener una cara seria.

—Al fin te apareces, madre.— Me sorprendí por su cambio de tono.

—¿Qué... Qué es todo esto?— La señora estaba agitada —No sabía que estuviste en el hospital, ¿Porqué no me haz dicho nada?—

—¿No le haz dicho a tu familia, Alex?— Preguntó Ari volteandolo a ver. Al parecer creían que Alex le había avisado a su madre, pero no tienen conocimiento de su situación familiar.

—No, y nunca lo haré.— Apretaba sus manos con fuerza —No deberías esperar a que vuelva a mirarte de la misma manera.—

La señora me miró de reojo y me lanzó la mirada más disgustada que podría existir, logrando incomodarme. Desvié mi mirada a otro lado, sabiendo que me odiaba por posiblemente haber llevado a su hijo por el "camino del mal."

—Creo que es mejor que los dejemos un rato a solas, ¿No?— Preguntó Iván. —Estaremos caminando por el parque de allá.—

—Vale, te veremos allá, Alex.— Respondió Mangel y empezamos a caminar hacía otro lado.

—¡Tú quédate, me olvidé tu nombre!— Su madre me señaló groseramente con su dedo índice.

Tragué saliva, y luego de ver preocupado unos segundos a mis amigos, lentamente me posicioné un poco atrás de Alex. Los demás se habían ido, pero mis nervios crecieron al ver el cambio de humor de la señora.

—Podrías haber muerto, Alexis, de verdad que no puedo creerlo...— Puso sus manos en su cintura —Soy tu madre, ¿Lo olvidaste?—

—No puedo creer que luego de tu discurso de odio, creas que volveré a confiar en ti.— Alex parecía enfadado —Me haz menospreciado hasta más no poder, madre, y es algo que yo jamás hubiera hecho. Agradece que no he muerto, aunque creo que no hubiese sido un problema para ti, más bien una liberación.—

Alex tenía demasiado pensamientos guardados, y era su momento para ventilar todo lo que le ha pasado estos últimos tiempos. Su madre no podía creerlo, estaba decepcionada y alterada, pero Alex tenía razón, ¿Con que cara vienes tú luego de todo lo que le haz dicho a tu hijo, sin disculparte siquiera?

Más allá del síndrome ➵ Rubckity.Where stories live. Discover now