La temperatura del corazón

Quedó...

Palabras falsas, promesas vacías, ilusiones en vano, momentos que extraño, sueños que nunca se hicieron realidad, anhelos que se volvieron recuerdos, personas que ya no están, lugares que huelen a personas, olores que dibujan sonrisas del pasado.
Quedó, quedó un cuaderno sin páginas, un cesto lleno de papel arrugado, un pasado doloroso, un recuerdo que arde, un rostro que no olvido, un sonido que me acerca al punto sin retorno, al lugar inalcanzable, dónde la vida no parece tan viva, dónde solo puedes ver en blanco y negro.
Quedó, quedó el silencio entre tantos ruidos, un café amargo, una taza vacía, un plato de más en la mesa, un segundo que sobra, una hora que falta, una palabra sincera, una mentira ajena que afecta tu vida.
Quedó, quedó la lluvia fuerte, el goteo constante, el frío que se cuela en tu cuerpo, el temor a levantarte, el crudo invierno que con un suave color blanco te consuela.
Quedó, quedó una hoja seca de un árbol caído, un suspiro alegre que se tornó sombrío, un cuarto vacío, una copa de vino intacta, una letra fuera de lugar.
Quedó, quedó una partitura a medias, una melodía incompleta, una canción rara, una cantante en el anonimato, un fuego que se vuelve ceniza, una ceniza que desaparece en el viento, un viento que se va con la primera mariposa que vuela en primavera.
Quedó, quedó una historia vacía, un final fatal, un intento fallido, una obra sin terminar, una escritora cansada de dibujar con sus letras lo oscuro de la vida.

Kiria Plasturgos