DAYLIGHT

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[ADVERTENCIA: Este extra transcurre cuatro años después del final de Suelo Sagrado II, no sigas si no has leído la saga completa.]



Cuatro años más tarde...


CAM

Estoy oficialmente acojonado. Ashley no, claro. Ashley está harta. Pero ¿nerviosa?, ni un poquito. ¿Asustada?, para nada, ¿acaso ella conoce el miedo? Y yo me había dejado contagiar por esa calma durante la última semana, pero hoy todo ha estallado por los aires.

Puede que haya sido por el «¿Ese bebé no debería haber desalojado tu útero ya?» que le ha dedicado mi hermano y con el que se ha ganado una merecidísima colleja. Puede que haya sido por ver a Rob y Zack entre biberones y pañales y a Alice haciendo de hermana mayor. Ya lo había visto antes y, evidentemente, estoy bien informado del día en que Ash salió de cuentas (gracias, Robbie), pero hoy se ha juntado todo y me ha despertado de golpe los nervios.

Desato las correas de los perros cuando entramos en casa y los dos se tumban en el suelo, junto al sofá, con la lengua fuera. Sí, eso también es un problema. Estamos a finales de junio y hace mucho calor. Supongo que a Ash le agobia, aunque no se queja.

—¿Pongo el aire? —le pregunto.

—Estoy bien, pero ponlo si quieres —decide distraídamente mientras se deja caer en el sofá.

Dejarse caer es su nueva forma de sentarse desde que la barriga no le permite hacerlo con tanta elegancia como antes.

—No, lo pongo si tú vas a estar mejor.

Despega la vista de la pantalla del móvil solo lo suficiente para dedicarme una de esas miradas de «Por favor, Cameron, no tienes que cuidarme» que tanto odio. Ella está gestando a nuestra hija, ¿ni siquiera me va a dejar poner mi granito de arena encendiendo el puñetero aire acondicionado?

—¿Sabes qué?, es mejor que lo pongas antes de que a los perros se les caiga la lengua al suelo —concede al final.

Me acerco a conectarlo. Creo que Whisky me lo agradecerá, a juzgar por lo estirado que está. Vodka, por supuesto, ya está medio dormida.

—Voy a preparar algo para cenar. ¿Qué te apetece?

—No. Ven y siéntate conmigo.

Lo hago, pero ella sigue con el móvil y no sé si va a prestarme demasiada atención.

—¿Qué miras? —pregunto.

Sonríe y se acerca más a mi cuerpo para dejarme ver la pantalla.

—Sue ha encontrado unas fotos en casa de los Sparks de cuando adoptaron a Tyler —me cuenta—. Míralo y dime si te recuerda a alguien.

Se me escapa una sonrisa ladeada al verlo.

—De tal palo tal astilla.

—Está indignada porque cargó con un bebé dentro durante nueve meses para que no haya heredado ningún rasgo suyo —sigue retransmitiéndome las palabras de Sue, y suelta una risita—. ¿Crees que nos va a pasar lo mismo?

Deja el móvil a un lado y me mira a la cara, dedicándome toda su atención. Rodeo sus hombros con el brazo y la atraigo hacia mi costado.

—Espero que no, debería tener tu nariz —opino, y luego, para reforzar esa opinión, le muerdo suave la nariz y consigo hacerla protestar—. ¿Estás bien?

EXTRAS SUELO SAGRADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora