Introducción

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Era 27 de noviembre, fecha en donde las siete regiones del conquistado Teyvat se reúnen con varios propósitos ; Celebrar el conmemorado día de la creación de las regiones, formar alianzas e incluso era la perfecta ocasión para encontrar a la mejor esposa para los futuros gobernantes. Actualmente los primogénitos se encontraban con la edad suficiente para buscar a la persona que estarían con el resto de su vida. Pero no todos estaban contentos con aquella noticia.

La gobernante de Inazuma era alguien sumamente respetada por todos aquellos que la rodeaban, pero había cierta situación que arruinaba su reputación con el pueblo, el problema era su hijo, Scaramouche, el joven no solo parecía no estar preparado para ser el futuro gobernante si no que incluso parecía no interesado en lo más mínimo. Cada 27 de noviembre, su hijo casualmente se enfermaba gravemente y no asistía al festival anual, pero ya con casi dieciocho, su madre no iba aguantar más su comportamiento, este año sería diferente para el joven.

×××

Scaramouche no pretendía levantarse de su cómoda cama, no lo haría sin antes terminar su destructivo plan de como hacer que no exista más el jodido calor, su idea principal era exterminar el Sol, solo le faltaba planear como lo haría.

Toc Toc Toc

Su tranquilidad había terminado.

Toc Toc Toc

-¿Quién carajos es?Maldi - El insulto se quedó en el aire debido a que la persona que interrumpió en su cuarto era su madre y por ser muy sincero consigo mismo, la presencia de su madre no le brindaba tranquilidad, su relación de madre e hijo era similar a la de una serpiente con un gato, simplemente no veía a su madre como alguien amigable.

-Scaramouche, levántate ya mismo. No soportaré una humillación más este año- La mirada fría y sin una pizca de compresión solo lo hacía sentir obligado e incómodo.

-No creó poder asistir este año, madre. Verás no me siento del todo bien.- La respuesta a aquello fue una cachetada en su mejilla izquierda, el color rojizo y el ardor empezó a subir a su cara. No era la primera vez que su madre lo golpeaba, pero esta vez se sentía diferente, realmente no había algo que lo sálvese ahora.

-Pronto vendrá Thoma a ayudarte a ponerte algo presentable. Te quiero ver abajo en una hora, no hay peros, no pienses ni en escaparte.-

Su madre no dijo más y él tampoco, solo se marchó golpeando la puerta con fuerza. Scaramouche se quedó ahí, aún sentado en su cama, no sabía cómo reaccionar, nunca sabía cómo, solo se sentía dolido y traicionado por alguien que supuestamente lo tendría que cuidar. Su madre nunca había entendido a Scaramouche, las veces que él le explico que no deseaba tener una vida apresado entre paredes de piedra, ella nunca entendió lo horrible que le parecía gobernar y más en la forma en la que ella lo hacía. Temía más por si mismo, convertirse como ella, en alguien que era respetado, pero solo por el miedo que imponía.

Toc Toc Toc

Otra vez ese insoportable sonido.

-Majestad ¿me permite pasar? Le he traído sus atuendo para el festival.-

Scaramouche solo abrió la puerta, no dijo mucho, no renegó nada. No estaba de humor para pelear, solo dejo que Thoma le dejara su ropa, porqué él solo quería hacer esto lo más rápido posible, así este día podía terminar.

Se probó la vestimenta, era algo muy típico de Inazuma pero a su vez mantenía cierta elegancia, y su sombrero, que para él era como una carta de presentación. De pequeño le solía ser incómodo salir sin su sombrero.

-Se ve reluciente mi majestad, definitivamente esta noche encontrará a alguien que le interese.- Thoma solo intentaba cortar la tensión de aquella habitación, pero el príncipe no ayudaba. De por sí, Scaramouche odiaba que le recordarán que pronto de casaria de manera apresurada y más aún, obligado.

-Ahórrate los halagos. Hablemos en serio ¿cuántas posibilidades tengo de escaparme del castillo?

Thomas se aclaró la garganta, ya debería de saber que con Scaramouche no iba a establecer una conversación normal.

-Menos del 20 porciento, la reina ordenó a los mejores guardias a custodiar la zona, precisamente porqué ya suponía que usted pretendería huir.

La cabeza de Scaramouche le empezaba a dar vueltas, aún no sabía que debía hacer. El plan para acabar con el calor quedará aplazado, ahora tiene que ingeniársela para salir vivo de esta.

-Yo sé que usted ve este evento como algo horripilante, pero majestad, no es su muerte.

Si que lo era, Scaramouche temía que asistir sería su sentencia de dejar de ser el mismo, si tenía suerte y espantaba a todo el mundo, el estaría a salvo. Pero si su madre realiza alguna táctica que lo condene a seguir el mismo régimen de vida igual que todo el mundo y casarse con alguien que no haya elegido por su propia voluntad, no tener la opción de enamorarse, solo a soportar a alguien por el bien ajeno, solo para quedar bien ante un reino.

Toc Toc Toc

Scaramouche juraba que si volvía a escuchar ese sonido, él mismo con sus propias manos destrozaría la puerta.

Nadie ingreso a la habitación, pero una voz se escuchó desde el otro lado.

-Majestad, la reina lo espera abajo. Me pidió que le avisará que bájese lo más pronto posible.-

El condenado príncipe se miró a sí mismo en un reluciente espejo de plata, pensaba en como se vería a sí mismo luego de volver de aquel lugar. Miserable. No quería moverse, no quería contestar a aquella voz, no quería ver a su madre, tampoco quería dejar de ser él. Pero respiró profundamente, lamentándose lo siguiente que haría.

-Dile que bajaré de inmediato.-

Antes de partir de su habitación, se miró por última vez, quería recordar como él era ,y como quería seguir siendo y se acomodó su sombrero en forma en que nadie notará su mirada perdida.

Y partió de su habitación, también de su reino, solo le quedaba ser fuerte y defender su nombre lo más que posible, no permitirá nadie le quite su tranquilidad y libertad.

Condenado Where stories live. Discover now