Capitulo 1: Creo no me equivoco, algo tendremos que ver

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CAPÍTULO 1: CREO NO ME EQUIVOCO, ALGO TENDREMOS QUE VER.

La mirada de Aimar se encontraba perdida en los chicos, quienes estaban ya desde hace varias horas entrenando bajo los tenues rayos del sol.

—¿Te contó Ota de la fiesta de esta noche? —le preguntó Scaloni.

Ambos estaban de brazos cruzados, observandolos demostrar sus habilidades. Como siempre, y al que más le ponían el ojo, era a Alvarez. Desde hace varias semanas se destacaba entre todos los demás.

—No, ¿Qué fiesta? ¿A vos te contaron?

Por alguna razón que Aimar desconocía, Scaloni se rió.

—No. No van a hacerlo. Saben muy bien que tienen prohibido beber y trasnochar tan cerca del mundial.

—Dales por lo menos una noche libre, Leo. Lo necesitan.

Scaloni lo vió de reojo, sin contestar. Pero Aimar, que lo conocía muy bien, sabía que lo estaba considerando. La forma en la que se mordía el interior de la mejilla y evitaba su mirada lo delataba.

—Solo una noche -Aimar se acercó y le palmeó el hombro en un último intento de convencerlo—. Además, no es como si vos no te dieras tus gustos. Mira que yo se lo de las latitas, eh. No es muy buen escondite la cama. Se le cae algo a alguien, y ¡epa!

Scaloni resopla.

—Es diferente.

Aimar se encogió de hombros.
—Es tu decisión —dijo finalmente—, yo solo te digo mi opinión.

El DT sonó el silbato anunciando el final de la práctica. El sol ya estaba por ocultarse y era momento de que los jugadores se preparen para la cena.

Aimar felicito a cada uno de los chicos, su desempeño era cada vez mejor y venían con una racha de partidos invictos que jamás creyeron posible.

—¿Vieron como jugó mi motorcito hoy?—el gritó del Dibu hizo que todos soltaran carcajadas, especialmente De Paul, quien giró en su dirección.

—Solo por vos—dijo quitándose la remera, dejando ver como el sudor cubría cada rincón de su piel, y los viroteos por parte del resto del equipo no se hicieron esperar.

Mientras caminaban hacia el edificio el entrenador clavó la mirada en Scaloni. Hace mucho tiempo que eran amigos, y no recordaba ningún otro momentos donde la tensión en sus hombros fuera tanta. Los periodistas parecían estar dispuestos a atacarlos desde cualquier ángulo y el hecho de que fuera el último mundial de Messi solo empeoraba las cosas.

De repente un brazo cubrió sus hombros, y no hizo falta que levantara la vista para saber quien era.

—Cada día los veo mejor a los chicos —murmuró Messi.

—Están jugando junto a su ídolo, ¿Qué esperabas?

Messi le guiñó un ojo antes de alejarse hacia De Paul y el Papu Gomez.

Al entrar al edificio cada uno se fue a su habitación. Todos debían ducharse y cambiarse antes ir al comedor, y Aimar no fue la excepción. No le llevó mucho tiempo, y en cuestión de minutos habían vuelto a estar todos juntos.

Él fue de los últimos en llegar, así que tomó un plato y se sirvió un poco de pollo con ensalada antes de caminar a su lugar habitual junto a Scaloni, quien comía en silencio.

—Te noto muy silencioso—dijo apenas se sentó— ¿Estás preocupado?

—¿Vos no lo estas?

Aimar le sonrió, y negando le señaló con la cabeza la mesa que ocupaban los jugadores.

Nunca Quise (Aimar Y Scaloni)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora