Prefacio

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¿Qué sucede cuando pasan los años y ves que tu vida se queda anclada a los rituales muchas veces exasperantes de una familia que no te comprende en absoluto?. Terminas los estudios después haberte revelado en casa para seguir tu vocación, trabajas a las órdenes de un jefe salido a media jornada para pagarte los estudios y tras muchos sacrificios  te das cuenta de que nunca vas a ganar lo suficiente como para ver tus sueños cumplidos.

Por otra parte, tu vida amorosa es un desastre: tu novio de toda la vida tiene doble vida y tú eres la última en enterarte de la fiesta. Eres la comidilla de todo el mundo y el hazmerreir en el pueblo. 

Pero dicen que de los errores se aprende. 

Así que después de todo, te sientes afortunada al lograr haber sacado valor para despachar al tunante por teléfono y como trabajas en la capital de la provincia nadie puede verte llorar por las esquinas. 

Y aunque tus amigos te insistieran en ello, no has caído en la tentación de aceptar los lances amorosos de un chico de la capital, quien bajo la excusa de una amistad sincera había desplegado todas sus artimañas para atraparte en sus redes.

 Estabas necesitada de atención, pero tus sentimientos no eran ni la mitad de profundos que los suyos. 

Decidiste ser sincera y no seguir con él.

 De acuerdo: es mono, tiene una voz preciosa y unos ojos azules de cielo brumoso en una mañana de verano. Pero hay algo en su lenguaje amanerado que te corta la lívido y le mandas a freír espárragos, pensando que el mundo estaba loco y preguntándote por qué el Universo estaba empeñado en enviarte ejemplares masculinos  equivocados a tu vida.

 Ni que decir tiene, que perdiste al novio y al amigo.

 Algunos años de soltería después en la Escuela de Arte un talentoso y apuesto compañero de curso te arrebató el corazón, con su aspecto de vikingo salvaje y su mirada de cordero degollado.

 Pensaste que por fin tus súplicas habían sido escuchadas. 

Sólo para tener que enviarlo a freír espárragos tras decirte lo que  opinaba su madre sobre ti,  hartarte de su complejo de Edipo y su obsesión por tu trasero. 

De este modo,  descubres que la vida no es como te la habías imaginado; no tiene nada que ver con las series de  televisión, las películas,  ni con las novelas de las que eres una voraz lectora como saben bien los que te conocen.

 Te sientes engañada por la vida, ya que tienes casi treinta años y según los estándares sociales, eres una fracasada. No te has independizado aún, no tienes trabajo y tampoco pareja. 

No sabes qué es lo que está mal en ti. Porque,  ¡Mírate: Dios, estás como un tren!. 

Tienes el cabello castaño oscuro como tu abuela y has heredado los hermosos ojos verdeazulados de tu madre. No eres muy alta, pero tampoco baja. 

Y bueno, de complexión tampoco estás tan mal. 

Has hecho todo lo que se podía hacer con los medios que te ha dado la vida pero aún no has conseguido tener tu lugar en el mundo. 

Pero la vida puede ser peor, mucho peor.

 Y yo no lo vi venir... simplemente quería ser independiente y luchar por encontrar mi lugar en el mundo.

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⏰ Last updated: Apr 22 ⏰

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Lo contrario de todo y el principio de nadaWhere stories live. Discover now