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Leandro
—¿Sofi me dibujas un gato?— preguntó Victoria.
Sofía había venido a cenar a casa y ahora ella dibujaba con los pequeños, ella les hacía el dibujo y ellos trataban de pintarlo.
Me quedé embobado viendo la escena de ellos pasándola tan bien con la chica que me gustaba— Sofi, vos le hiciste los dibujos a mi papá?— la pregunta de Gio me sacó de la burbuja en la que me encontraba atrapado.
Escuché la hermosa y adictiva risa de la mujer que me traía tan tonto —algunos nomas— explicó ella.
—pero yo el otro día me dibujé el brazo con lapicera y se me salió todo — carcajee ante la duda de mi hijo.
—es que yo uso una lapicera mágica y los dibujos duran para siempre — ví la cara de asombro de Gio.
—¡¡pa, yo quiero que Sofi me dibujé en el brazo con la lapicera mágica —
—Gio, esa lapicera solo funciona cuando sos más grande — le seguí el juego a Sofía.
—pero puedo dibujarte algo con una lapicera normal — la cara de decepción de mi hijo cambió a una sonriente.
—SI, SI—
—yo también Sofi, quiero una mariposa por favor— pidio Vic.
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—bueno, es hora de que me vaya— avisó— ya es tarde.
—te llevo — le dije— es peligroso que andes a estas horas sola.
Ella nego— no quiero molestar... Además los niños ya están cansados y...
—no pienses eso Sofi, no molestas para nada— le dije—ademas a ellos no les molesta.
—¿Vic, Gio, quieren que llevemos a Sofi a su casa?— les pregunté y asintieron sonrientes haciendo sonreír a la pelinegra.
Al llegar a la casa de Sofi ví por el espejo a los hermanos quienes dormían profundamente, bajé con Sofía para despedirla dejándolos adentro del auto donde estaba prendida la calefacción por el frío que hacía.
—muchas gracias Lean— dijo ella— siempre disfruto estar con ustedes.
—gracias a vos Sofi— le agradecí sinceramente — por llevarte tan bien con Victoria y Giovanni, además, realmente disfruto de tu compañía.
El silencio consumió el momento, no era un silencio incómodo sino uno en el que me dejó el tiempo de admirar sus facciones, aquellos brillantes ojos que me atrapaban en un segundo y aquellos labios que tanto ansiaba besar.
La distancia entre nosostros se hacía menos visible hasta que sus labios abrazaron los míos, el frío invierno no era nada comparado a la calidez que sentía antes su tacto.
—lo siento Lean... No debí...—la interrumpí volviendola a besa, sentí como agarraba con fuerza mi abrigó y mis manos acunaban con delicadeza su cara.—yo... yo... Chau.
Se fue casi corriendo entrando a su casa y yo reí por su acción totalmente embobado.
Con una sonrisa de pelotudo en mi cara volví al auto al caer en realidad el frío que hacía.
Apoyé mi cara en el volante recalculando lo que acababa de pasar.
confirme que los hermanos seguían durmiendo y agradecí, no quiero que se hagan la cabeza por ésto, si llegamos algo con Sofía, ahí les diré, pero hasta ese entonces es mejor que piensen que es solo una amiga, aún que sé bien que la pequeña traviesa de Vic ya se hizo todo un cuento de lo nuestro.
—la puta madre...
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¿Les esta gustando la historia?
Aún tengo que mejorar varias cosas como la escritura y la forma de relatar.
