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No pensaba recibir a Aemond en mi cama después de lo sucedido, pero tampoco quería seguir teniendolo en el palacio.

El plan fue simple, diríamos que habíamos hecho nuestra parte. Para la siguiente luna sería obvio que no estaría en cinta y volveríamos a fingir. Después sería claro que alguno de los dos tendría algún problema para concebir, como mi esposo ya tiene rumores de un bastardo... La culpa sería mía. Esto quitaría la obligación de él de tener que visitarme, y la mía de soportarlo.

No me molesta que me crean defectuosa, solo quiero disfrutar de la tranquilidad que tengo aquí. Al fin he logrado tener un lugar a dónde llamar hogar, no quiero perderlo. Aemond seguirá solventando mis gastos y necesidades como hasta ahora, haré un par de visitas a Kingslanding con la intención de acallar ciertos rumores y pasaremos por el matrimonio que ha superado todo esto, para que ambas familias dejen de intervenir.

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Cómo el viaje a Kingslanding llevaría al menos 1 día en carruaje, Aemond prefirió llevarme en Vaghar. Aunque el y yo no estuviéramos precisamente en los mejores términos, teníamos que trabajar en equipo para salir de esta. No habría mejor manera de cubrir está farsa que llegando juntos a lomos de su dragón.

No era la primera vez que me subía a uno, ya en un par de ocasiones Daeron me invitó a pasear en su dragón. Obviamente sería información que guardaría para mí, así que deje a mi esposo que me explicará cómo montar y sujetarme a la silla como una plena inexperta.

El viaje fue corto. En cuanto llegamos la satisfacción en la cara de mi padre y la reina fue notoria. Para ellos los problemas que se hubieran presentado estaban en el olvido.
No sé hicieron esperar los comentarios por parte de mi padre sobre que debería dar un varón como primogénito para afianzar nuestro lugar en la corte. Afortunadamente no tuvo suficiente tiempo para tratar conmigo ya que debían partir para el asedio de Harrenhal.

Debido al imprevisto viaje que habíamos planeado, no podría regresar inmediatamente a casa, así que pasaría está noche en Kingslanding en las habitaciones de mi esposo y por la mañana partiría de regreso.

Nunca había entrado aquí, me parecía tan acordé a su personalidad.

Un estante con libros de diferentes temas, un escritorio con mapas y tinta sobre él, algunas espadas, escudos y arcos exhibidos en una de las paredes, una cama amplia frente a los ventanales de cortinas verde oscuro que le daban el toque sombrio a la habitación.

Muy básica en contexto para un príncipe Targaryen.

Las sirvientas trajeron a la habitación mi cena, ya que me ausente del comedor excusandome con algunos malestares provocados por mi primer viaje en dragón.

Decidí usar una camisa de mi esposo como pijama esa noche, al cabo que el jamás lo sabría.

°°°

Ser Criston quedó acargo del recién recuperado territorio, regrese a mitad de la noche al castillo, aún teníamos decisiones que tomar con la mano respecto al cierre de suministros que sufríamos por la flota Velaryon.

Al llegar fui directo a mi habitación, necesitaba descansar al menos unas horas. Para mí sorpresa alguien se encontraba invadiendo mi cama. Una sirvienta entro justo después de mí con agua caliente para que tomara un baño. Le indique que lo haría en otra habitación. No quería despertar a la pequeña intrusa.

Consideré el quedarme en la otra habitación, pero pronto se lo harían saber a mi madre. Así que que volví poco después, avive las brazas de la chimenea y fui a recotarme al extremo de la cama tratando de no despertar a mi visita, descubriendo que también había tomado una de mis camisas. Rei para mis adentros...

Matrimonio de Conveniencia. Where stories live. Discover now