40. poison.

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| veneno.

A PESAR de ser amiga de Andrea desde que eran niñas, eran pocas las veces que Abby había entrado a la habitación de Scott

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A PESAR de ser amiga de Andrea desde que eran niñas, eran pocas las veces que Abby había entrado a la habitación de Scott. Eran pocas las veces que se quedaba a dormir en casa de los McCall porque Andrea siempre prefería que se quedaran en la suya por ser más espaciosa y eso significaba que Allen podía quedarse también, así que cuando Scott la guió hasta su habitación, se quedó mirando el interior de esta desde el umbral de la puerta.

— ¿Está todo bien? —preguntó rápidamente, interesado.

Abby asintió.

—Sí, solo, uh, casi nunca entro a tu habitación, así que es un poco extraño —murmuró en respuesta.

—Puedes dormir con Andrea si te sientes más cómoda —ofreció. Abby rápidamente negó con la cabeza, haciéndolo sonreír por lo linda que era—. ¿Quieres cambiarte? Te puedo prestar una camiseta o pedirle a Andrea algo de ropa.

—Estoy bien —aseguró, adentrándose en la habitación finalmente.

Scott asintió.

—Duerme en la cama. Yo dormiré en la silla —indicó. Abby asintió y caminó detrás de él hasta la cama, subiéndose en esta y acomodándose sobre uno de sus costados para poder verlo al acomodarse en la silla—. ¿Estás bien? —se atrevió a preguntar al notar la mirada extraña en sus ojos.

Abby asintió, sonriendo con los labios apretados en una línea recta. Scott ciertamente no era el mejor cuando de leer a las personas se trataba y jamás fue bueno leyéndola a ella, ciego ante sus sentimientos por años y también a todas las mentiras que le dijo a la cara por semanas con lo del kanima, pero había una sombra en ellos que le hacía sentir el corazón pesado por la necesidad de ayudarla. Sin embargo, aunque algo en su interior quiso insistir, no lo hizo. Si ella no quería hablar, no la obligaría. Scott jamás la forzaría a nada.

—No quiero que duermas en la silla —dijo a cambio, mirándolo.

Scott le sonrió para tranquilizarla.

—He despertado muchas veces aquí. Estaré bien —prometió.

—Por favor, no duermas en la silla —pidió suavemente.

Si Scott tuviera que describirse a sí mismo ante ella con una sola palabra, elegiría usar «débil». Aun si habían pasado meses desde su ruptura —si es que era posible terminar algo que nunca empezó— y ahora era un verdadero Alfa, estaba de rodillas ante ella y haría lo que sea que le pidiese.

Se levantó de la silla sin pensarlo, viéndola moverse en la cama para dejarle el espacio suficiente para recostarse y cuando lo hizo, estuvieron frente a frente. Abby esbozó la sonrisa más linda que Scott alguna vez había visto en alguien y llevó una de sus manos a su cuello, su tacto haciendo cosquillas de forma agradable. No pudo evitar recordar las tardes acurrucados en su habitación hace meses, antes de que el asunto del kanima comenzara, sintiendo el corazón caliente.

madness | #2 | teen wolfWhere stories live. Discover now