Ꮺ ָ࣪ capítulo final parte O1 𓂃

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–¡YA BASTA! ¡SUÉLTENSE!

Sujetando su estrecha cintura, quitó a Jaemin de encima de la psicóloga que no dejaba de intentar arañar el rostro de Jae.

–¡Mark, llévatela! – Ordenó Jeno con Jaemin en su hombro como costal de papas.

–Entendido. – A rastras, el canadiense intentaba llevarse a la mujer con poco de ayuda de Jisung.

–¡Bájame, Jeno! ¡No he terminado con ella! – El delgado gritaba pataleando desde el hombro del pelinegro.

Con una nalgada por parte de Jeno, el pelirrosa detuvo su berrinche.

–No te voy a bajar, y te tranquilizas porque vas a asustar a los niños.

El golpecito en su trasero y el recuerdo de que sus hijos presenciaban su espectáculo hizo que Jaemin se controlara, pero no quitara su tierno puchero y su ceño fruncido.

Jeno se lo llevó, aun cargándolo, hasta el baño para revisar que no tuviera ningún daño en su bonita cara, pero, sobre todo, para darle tiempo a sus amigos de sacar a la psicóloga antes de que los instintos del pelirrosa volvieran.

–No debiste hacer eso, bonito. – Comentó el blanquecino tan pronto lo bajó.

–Tú, no intentes regañarme. – Dijo molesto cruzándose de brazos.

Jeno sonrío, le parecía muy lindo como se veía Jaemin cuando se enojaba, y más si hacia pucheros como en ese justo momento. Con delicadeza acomodó sus rosados cabellos, pues la rubia también lo había jaloneado.

–No es un regaño, mi amor. Solo es, como una ¿sugerencia? Sí, eso. – Dijo sonriendo. Apartó unos mechones que caían en la frente contraria y besó su suave piel. –Mira como dejó tu carita, con todos esos rasguños parece que te peleaste con un gato.

–Más bien con una zorra. – Desvió su mirada, pero dejando que Jeno le tocara la cara. –Es una zorra entrometida, sí, eso es lo que es.

Jeno soltó una risita y asintió.

–Sí, mi amor. Estoy totalmente de acuerdo contigo.

Con el pañuelo que siempre traía en su pulcro traje, limpió los pequeños rastros de sangre en la piel de Jaemin. Al estar en un hospital privado, tenían un botiquín en cada uno de los baños. Buscó lo indispensable y curó las heridas más profundas de su Jaeminnie, besando cada rasguño con el fin de hacer que quitara su ceño fruncido y lo logró, después del vigésimo beso.

–¿No estás molesto? Hae, me había dicho que tú la contrataste para los niños. – Su voz sonaba baja pues se sentía como niño regañado. –Yo... No me había metido con ella, ¡si ella no hubiera metido sus narices donde no la llaman!

Negó con su cabeza. –Sólo estoy preocupado por como quedaste. Te doy la razón, puede ser muy especialista en traumas infantiles, pero eso no le da derecho para cuestionar la forma de alimentar a nuestros hijos.

Jae entrecerró los ojos con gran duda en si creer las palabras del blanquecino.

–¿Lo dices en serio? Normalmente te molestas conmigo por no hacer las cosas de acuerdo con tus reglas o como lo hacen tus amigos.

–Pues ya ves que no. Ya cambié, Nana, entendí que tú solo buscas lo mejor para nuestros hijos. Cuando tengan suficiente edad, podrán elegir si quieren actuar como príncipes o ser personas de corazón humilde, y la ropa de marca o refinada educación no van a hacer que sean buenas personas.

Jaemin ladeó su cabecita recargándola en la mano de Jeno, que acariciaba con amor una de sus mejillas.

–Bueno. Supongo que te creo. – Sonrió mostrando sus redonditas mejillas. –Es por demás decirte que ya no la quiero cerca de mis hijos, ¿no?

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