Primer Capítulo

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— ¿Qué es este lugar? — Se preguntó sorprendida. Hace dos segundos estaba con el sr. Yoo, y justo cuando encontró la respuesta que tanto buscaba, se teletransportó a un lugar desconocido.

— ¿Estás bien? — La voz de una chica interrumpió sus confusos pensamientos.

— ¿Quién eres, y cómo te atreves a dirigirme la pal--

Simplemente no pudo pronunciar palabra alguna después de verla.

— ¿Por qué tienes que ser tan descortés? Solo te preguntaba si estabas bien... — La chica se veía bastante molesta y ofendida. Pero eso no le preocupó a Lady Sam, sino otra cosa.

— ¿Qué traes puesto?, ¿Dónde estoy?, ¿Quién eres? — La vestimenta que usaba la chica era bastante extraña para Lady Sam. No se parecía a nada de lo que ella conocía.

— Primero que nada, es ofensivo preguntar qué traigo puesto. Segundo, estamos en la ciudad de Nasaka. Y tercero, no tengo por qué responderte, pero aun así lo haré; mi nombre es Mon. — Dijo con una sonrisa. — También podrías decirme tu nombre.

— Soy la princesa Lady Sam, hija del emperador Dohwa del reino de Nasaka. — Respondió con altivez. — Por la forma en la que me hablas, no debías saber quién soy. Y como soy una princesa justa, no ordenaré tu ejecución. 

— ¿Estás en una obra, o algo así? — Ignoró lo recién dicho por Sam. — Sí que tienen buenas actrices. Hasta la vestimenta parece real.

— ¿Qué es lo que dices? Es real. 

— Claro, y yo soy la presidenta de Estados Unidos. — Mon comenzaba a creer que Sam estaba loca.

— ¿Es un puesto importante en algún imperio? Si ese es el caso, debes saber que, si muero, tanto mi padre, como el consejero real me buscarán. Y tú y todo tu imperio mediocre va a caer. — Mon la miraba perpleja.

— ¿Estás hablando en serio?

— Por supuesto, y estoy segura de que con tu contextura podría derrotarte fácilmente. — No parecía estar bromeando.

— Okay, loca. Mejor yo sigo mi camino, y tú ves si te tomas la medicación. — Estaba por irse, pero las palabras de Lady Sam la detuvieron.

— ¿Me has envenenado? Qué astuta. Seguramente tienes el antídoto, y no me lo darás hasta conseguir lo que quieres. Pero te tengo una sorpresa, soy--

— ¿Qué dices?, ¿De verdad te crees tu cuento? — Tal vez si la llevaba a un hospital, podría dormir con la consciencia tranquila. No podía dejarla sola en ese estado. — Bien. Haremos lo siguiente; te llevaré al hospital en donde te atenderán adecuadamente. — Seguido de eso, procedió a sacar un extraño objeto de sus ropas, y lo manipuló. Sam estaba extrañada, ya que de pronto Mon comenzó a hablar cosas sin sentido. — Buenas tardes, ¿Podrían mandar una ambulancia a la dirección "XXXXXXX XXXX"? Hay una persona que parece no distinguir la realidad, y podría ser un peligro para las demás personas que se encuentran cerca. Al parecer está sola, pero yo podría acompañarlos al hospital. Sí, muchas gracias.

— ¿Qué es ese tipo de magia?, si hablas sola, no soy la única que parece estar loca. — Dijo Sam, con aires de ganadora.

— Es un celular, genio. Y no pienso discutir sobre mi cordura con alguien que sí está demente.

— Cuida tus palabras, estás hablando con la princesa heredera de--

— Muy bien, princesa, tu carruaje está a punto de llegar. — Fue cuando, entre todo el ruido ambiental que podía escuchar, había uno que destacaba por su rápido acercamiento.

— ¡Corre! — No sabía lo que era, pero ese extraño objeto gigante se desplazaba a una gran velocidad, emitiendo un gran sonido.

Sujetó fuertemente la mano de Mon para escapar. 

— ¡Suéltame! — A pesar de los intentos de soltarse, Mon no pudo contra Sam. Ella tenía más fuerza, como si hubiera ido al gimnasio desde que nació.

— No dejaré que una hermosa dama muera en mi presencia. — Miró a todos lados, luego de asegurarse de haber perdido de vista aquel objeto. — Ese animal se veía muy peligroso. En Nasaka no hay de ese tipo de animales salvajes.

— Estamos en Nasaka.

— ¿Qué?

— ¿No te lo dije ya? Estamos en la ciudad de Nasaka. — Repitió Mon.

— Es imposible...

— Es la realidad. Pero no te preocupes, la ambulancia debe estar cerca, y después de un par de medicamentos, volverás en ti. O eso creo...— Por primera vez se percató del pequeño destello azul en la ropa de Sam. — ¿Qué es eso?

— Por supuesto, puedo volver si uso esto de nuevo, ¿Cómo no lo había pensado? — Y entonces sacó el libro con la pluma brillante, y volvió a leer las mismas palabras que usó antes. 

— ¿Es otra línea de tu guion? — Se burló Mon.

— ¿Por qué no funciona? — Ignoró las palabras de la chica.

— Mejor vamos a buscar la ambulancia. — Como pudo, se llevó a Sam hasta el lugar donde debía estar la ambulancia, pero al no verla, volvió a llamar. — ¡Ya le dije que no era una broma! Simplemente se escapó, y fui tras ella. ¿Qué? No puedo esperar hasta la otra semana. Ya sé que es navidad, pero eso no quiere decir que-- me colgó. — Dijo molesta.

— Sigo sin entender por qué hablas sola. — Sam la miró con preocupación.

— ¿Tienes familia cerca? Y hablo de tu familia real, no del reino de hace 400 años. — Sentía la necesidad de hacerse cargo de ella, ya que no podía ignorar a alguien que necesitaba ayuda. Ese era un lugar peligroso, y sabía que, si la dejaba sola, algo podría pasarle, sobre todo en su estado. No escuchó respuesta, así que prosiguió. — Es obvio que estás perdida, y como no puedo ignorarte, te ayudaré. Pero no te aproveches, porque--

— ¿Qué fue...lo que dijiste? — ¿Había viajado 400 años al futuro?, ¿Qué pasó con su familia?, ¿Cómo es que está ahí?, ¿Cómo puede ser posible?

— Que voy a ayudarte. Y lo primero será ir a cambiarte de ropa, porque, aunque no lo creas, es un poquitín anticuado. — Mon no sabía en lo que se estaba metiendo, y Sam no quería deberle nada a nadie, pero en ese momento...realmente necesitaba su ayuda.

— Ya que, aunque sea mi reino, es un lugar desconocido para mí, así que aceptaré tu ayuda. Seguramente debes estar agradecida de servirle a tu princesa, así que perdonaré tu falta de modales frente a un miembro de la familia real, que es penado con la condena de muerte.

— Ya me estoy arrepintiendo...

— Llévame a tu humilde posada. Y no te preocupes por el dinero, creo que con esto será suficiente para el alimento, y la estadía. — Sacó uno de sus anillos, y se lo entregó a Mon. No podía creerlo...

— ¿Esto es...real? — Sabía que ese anillo era una copia casi exacta del anillo real de la princesa, pero le costaba trabajo creer que esa loca tuviera el dinero para comprar aquel producto. — ¿De dónde lo sacaste?

— Mi padre me lo obsequió cuando gané mi primera batalla.

— Yo también me sé la historia, mi padre es un historiador reconocido, y tenemos una tienda de antigüedades. Pero jamás había visto una réplica tan exacta...

— Eres bastante incrédula.

— Ni que me fuera a creer el cuento de que una princesa de hace 400 años resucitó, ¿Verdad? — Dijo para luego lanzar una risa burlona. 

Mon decidió llevar a casa a aquella extraña chica, después de todo, no podía abandonarla. No después de saber que puede obtener aquel preciado objeto solo por dejarla estar en su casa unos días. Esa simple "réplica" sería suficiente para saldar todas las deudas que dejó su padre antes de desaparecer.

Última oportunidad.- MonSam.Where stories live. Discover now