Parte IV: Balada nocturna: Hasta inmolarnos juntos.

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El sonido de sus botas contra el pavimento, un poco tosco. Aún no se bajaba casi nada su embriaguez. En completo negro se vistió. Luto interno. 

No pensaba mucho, ruido gris y blanco en sus pensamientos entrecubiertos con dudas que fugazmente se escapaban de su mente hacia sus labios en voz baja. 
-¿Qué digo? ¿Cómo le pregunto? ¿Por qué...? -

Aún le daban punzadas en el pecho de dolor cada que pensaba en el por qué no se lo habían dicho. 

Él había notado ciertas cosas, miradas y otros detalles en los últimos días cuando se veían, pero es que esto se salía completamente del contexto que él les había dado. Creía en algún momento que habrían hecho alguna tontería que no podían decirle aún o que saldría a flote eventualmente. Algo inocente como haber roto una de sus tazas en la mudanza, haber gastado de más comprando cosas para Iggy- o que literalmente, no le dijeron de buenas a primeras que Iggy se mudaría con Gaspar. Cosa que no le sorprendía ya que usualmente con cosas de ellos tres, pasaban muchos momentos donde decidían antes de pensar y avisar. 

Era natural para ellos tomar acción los unos por los otros. Siempre fue así, desde niños... 

Y de pronto. Mientras sus pensamientos se revolvían cada vez más con cada paso, su ira regresó. Memorias del colegio.
Iggy molestando a Gaspar, de manera al parecer inocente. Iggy siempre consiguiéndole pareja a él, manteniéndolo tal vez fuera de una relación con Gaspar. No... eso era demasiado. No puede...

¿Y si siempre lo quiso de esa manera y nunca le dio crédito por que ambos estaban tan centrados en las chicas? O al menos eso parecía. Es decir él nunca lo consideró un rival ni mucho menos. Paró en seco y cerró sus ojos. Respiró con un poco de temblor en su tensión mental y emocional.

Y ahí se dio cuenta de su error. 

Menospreciar y subestimar a Ignacio. 

-¿Cómo pude ser tan estúpido?-  Pensó.

Mientras él se ocupaba de sus asuntos, y mientras vivían día con día intentando ayudarle a recuperarse, el seguramente se estaba ganando un lugar en el corazón de su adorado Gaspar y él.... Ni si quiera se dio cuenta. Por eso lo trataba así, como a un niño, por eso es que había tanta diferencia en cómo los trataba a ambos... Su mano cubrió enteramente su rostro. Memorias una tras otra de todos los momentos donde Gaspar hacía o decía algo en favor de Iggy se sobrepusieron una con otra. Momentos donde incluso parecía preocuparse mucho más que con cosas que sucedieran entre ellos dos. Siempre que estaba Iggy había consideraciones extras que el atribuía a su condición psicológica y física. 

-¿Así me pagas- eh Ignacio...? - Sus pensamientos se descarrilaron y sus ojos, dorados, titilaron en rojos y nacarados. Ira.  Ira ebria y celos. La peor combinación. 

Y sus pasos siguieron en automático- tenía que llegar, tenía que preguntar. Debía obtener respuesta. 

Cuando por fin en la calle se asomaba la casa de Gaspar, Nosfer tuvo que tomarse un minuto para recomponerse un poco. No podría llegar e irrumpir con toda la maraña de emociones. No haría el ridículo. Si esto significaba que ellos estaban ya en una relación más allá necesitaba que se lo dijeran. Que ellos mismos lo digan. El intentó atar el último hilo de cordura y estabilidad emocional para que ellos fuesen quienes tuvieran el valor de hacerle saber lo que pasaba. Era lo mínimo que podían hacer. 

Y aún así, cuando tocó la puerta, y quien abrió fue Iggy...

-Oh, Hola Nofer... Pasa, te estabamos esperando- Sonrió Iggy y el pelirrojo casi se desarmó en ese instante. Apretó los dientes. Y como Iggy se giró, no pudo ver la mirada casi asesina que le estaba dando Nosfer. Pero mientras avanzaba en el pasillo, Iggy sintió algo extraño en el ambiente y sintió un escalofrío. Era como si el ambiente se hubiese puesto frío de repente. Ceño fruncido, se detuvo un segundo. Escuchó la puerta cerrarse por Nosfer, y eso fue suficiente para sacarlo de esa bizarra sensación. 

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⏰ Last updated: Feb 11, 2023 ⏰

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