INTO THE SECTOR ONE. (i)

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Los papeles volaron en el momento que un estruendo se hizo presente en la sala. Todos los hombres presentes vestían de negro; con elegantes y ajustados trajes, cubrebocas que no dejaban más allá de sus ojos, guantes y botas de cuero aseguradas a sus manos y pies respectivamente, con un porte que debían mantener para no ser despedidos, o peor... Cada uno de ellos sintió una corriente eléctrica recorriendo sus espinas dorsales. El hombre de bata blanca  que se hallaba sentado tras un escritorio se levantó y los fusiló con la mirada, que llevaba escondida del resto tras una máscara.

Una vez más habían fracasado en atrapar a su objetivo: un único objetivo. Era un solo hombre. ¿Cómo demonios podían fallar tantas veces si se trataba de un adolescente?

—Son una deshonra para esta ciudad—Masculló el hombre. "Z", se hacía llamar, para no tener que dejar a nadie conocer su verdadera identidad. Afortunados eran aquellos frente a él, que conocían su rostro pero no podían decirle de ello a cualquiera.

—Señor. Le dijimos que hicimos todo lo que pudimos...—antes de que uno de los "hombres" terminara de hablar, un nuevo estruendo ocurrió, eran las palmas de Z, golpeando el escritorio fuertemente.

—Eso es sólo una excusa. El niño es el último superviviente de la resistencia. Es imposible que dejen vivir a cualquiera de esos gusanos. Haciendo eso, sólo traicionan su lealtad hacia mí, hacia Strictland y hacia nuestra maravillosa sociedad.

Entre los cuerpos, el de uno de los soldados se sacudió un poco, pero no fue notado por otros afortunadamente. La palabra "traición" despertaba algo en él. Algo de lo que no se sentía para nada orgulloso, algo que lo asqueaba de sí mismo, pero fue la única opción que halló para sobrevivir.

San cerró los ojos por un momento, y revivió ese momento en su imaginación...

Sus manos quemaban por tirar de aquellas cadenas, las cadenas sostenían el peso de todos sus pecados, todos sus sacrificios. Todas las veces que hubo usado alguna clase de treta o engaño por un único motivo... volver a ver a su amado Wooyoung. 

Con esa idea en mente, fue que continuó siendo un eslabón importante en los planes de Z: ser utilizado no le importaba, siempre que pudiera saber dónde y cómo se hallaba el único ser humano que realmente le importaba. San mataría por él, pero más importante... dejaría su única pertenencia real: su vida, si fuera necesario.

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Sabía que cada día, la vida de Wooyoung peligraba. San era muy consciente de esa situación, y le aterraba formar parte de la organización que, sin ninguna piedad podría arrancarle de sus manos a su tesoro más valioso. Su uniforme blanco a veces le molestaba, pero no podía deshacerse de él. Verse reflejado en los impolutos cristales de ventanas, vitrinas y de vez en cuando espejos, hacía que sintiera que se estaba perdiendo en aquel gris de la ciudad. El que no fue capaz de vencer, y gracias a esa debilidad, había perdido a casi toda su familia. Sólo su enamorado se rumoreaba que había sobrevivido, y tuvo que abandonarle sin saber dónde ni cómo encontrarlo de nuevo.

¿Qué había de "amor" en eso? Casi se le escapa un suspiro, pero cuando iba a dejarlo salir de entre sus labios, un sonido robótico muy agudo y una cámara de seguridad apuntándole hicieron que se arrepintiera de su decisión e intentara cubrirlo en la imagen, simulando que bostezaba e intentando tranquilizar sus emociones.

Nadie en la ciudad dudaba del sistema de Strictland. Nadie tenía permitido sentir. Nadie contradecía lo que en la escuela de más de 50 años se enseñaba a respetar a rajatabla. Nadie dejaba nunca de ser observado por un sistema de alta seguridad que los tenía monitoreados, como si fueran insectos bajo una lupa.

𝖋𝖊𝖉𝖔𝖗𝖆 ⛧ woosanWhere stories live. Discover now