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Para examinar los orígenes de la vida, debemos primero conocer la muerte.

"Tu padre y yo lamentamos mucho no poder ir por ti cuando acordamos, hija. Todas las rutas de viaje están sumergidas en nieve, no habrá forma de llegar a Nevermore sino hasta dentro de una semana más" resonó la elegante voz de Morticia desde la bola de cristal, ojos entristecidos con ganas de llorar "Siento tanto que vayas a perderte el aniversario luctuoso de tu abuelo, sé lo mucho que te gusta bailar sobre su tumba".

"No tiene importancia, lo haré el año siguiente" respondió Merlina, paseando de un lado a otro en la recolección de los objetos que necesitaría para la travesía del día "No es como si vaya a dejar de estar muerto".

"¿Querida? ¿Está todo en orden? Te oigo... dispersa".

La pelinegra se detuvo frente a su escritorio, cejas fruncidas al redirigir su mirada por primera vez al rostro de su madre atrapado tras el cristal "¿Por qué no habría de estarlo?".

"Es solo... que encuentro un brillo extraño en tu mirar, una curiosa esencia emana de ti... ¡Oh! ¡No me digas...!" la mujer se llevó las manos al rostro, cubriendo su boca por la sorpresa que pasó tras pocos segundos, descubriendo su cara entonces para mostrar la sonrisa encantada que endulzaba su semblante "Oh, mi pequeña artánita... estás eufórica".

"¿Es cierto lo que oyen mis oídos?" resonó la voz de Homero mientras se acercaba, Merlina no pudo evitar suspirar, sintiéndose de alguna forma avergonzada ante la mirada de su padre que, en cuanto su cara apareció en la imagen, pareció brillar al verla "¡Mi lluvioso cielo! ¡Tus ojos están más negros que nunca!".

"¿Te preparas para salir, ma douce toxine?" tanteó Morticia, la sonrisa en sus oscuros labios insinuando aquello que hizo a Merlina blanquear los ojos "¿Acaso es una cita con cierta criatura?".

"No estoy en condiciones para hablar de esto" bufó, alzando su mano para deslizar sus dedos por la esfera de cristal, la imagen tras ésta comenzando a perder la forma "Nos veremos cuando las rutas de Nevermore dejen de estar colapsadas".

"No lo negaste" canturreó Enid desde el otro lado de la habitación, Addams no pudo evitar soltar un suspiro al encontrarse con la sonrisa en labios de ésta, hombros balanceándose en aquel gesto que tendía a hacer cuando la emoción era demasiada como para mantenerse retenida en su interior "¿Es esto una cita?".

"Si consideras el ir a desenterrar tu propio cuerpo una cita... claro, ¿por qué no?".

Sinclair soltó una risita, levantándose de su cama cuando la pelinegra tomó su mochila, sabiendo que aquello era lo último que tomaba cada vez que estaba por salir "¡Oh, espera un momento!" la lobisona corrió directamente a su armario, adentrándose en éste por un momento para luego salir portando un gran abrigo rosa que la cubría hasta los muslos, un gorro de lana blanco y una bufanda del mismo color donde escondía mitad de su rostro "Ya estoy lista".

"Ni siquiera percibes la temperatura" señaló Addams, desorientada ante el sinsentido de la situación.

"Siempre me visto para la ocasión, Addams. Me da igual que la física no esté de acuerdo con mi outfit" bufó, un puchero escondiéndose parcialmente tras la tela sobre su mentón al pasar junto a la contraria, dirigiéndose directamente a la puerta de la habitación "La próxima vez solo dime que me veo linda".

Al contrario de como siempre solía hacer, en vez de esperar por la pelinegra para que abriera la puerta, la lobisona optó por atravesar la misma. La confusión en el rostro de Addams fue digna de capturar en fotografía.

Fueron pocas las personas que quedaron atrapadas en Nevermore junto con Merlina, aún así, ésta pudo identificar un par de caras conocidas en su camino al cobertizo de apicultura, lugar donde había dejado la pala que había tomado del invernadero y la carretilla con la que la trasladaría.

Frankenstein - WenclairWhere stories live. Discover now