¡ doce !

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Él no había podido evitarlo, de verdad que no. Algo en su interior había estallado con la pequeña confesión de Hyunjin, sacando su parte omega más profunda a relucir.

Primero, había apoyado la cabeza en el hombro del mayor, y el aroma a alfa había sido tan intenso que se había sentido desfallecer. Cuando quiso darse cuenta, su nariz se deslizaba suavemente sobre el cuello de Hyunjin, impregnándose del enloquecedor aroma.

Un gruñido bajo rasgó el pecho del mayor, haciendo a Jeongin estremecer. No fue capaz de moverse. Lentamente, Hyunjin llevó su mano a la nuca del omega y comenzó a repartir suaves caricias en la zona. La piel se erizó bajo la yema de sus dedos, y Jeongin dejó escapar un suave suspiro que golpeó directamente en la base de su garganta. Un gruñido, esta vez un poco más fuerte, hizo vibrar su pecho. No sabía cómo habían llegado a aquella situación, pero todo su autocontrol se estaba yendo a la mierda.

— Jeongin, por favor... para.

Su voz salió ronca, gutural, pero no podía evitarlo, la suprema excitación comenzaba a apoderarse de su cuerpo. Tenía que detener aquello, o acabaría arrancándole la ropa al omega en aquel lugar público. La idea hizo que sus pantalones estuvieran un poco más apretados de repente; quería marcar a Jeongin, hacerle saber a todo el mundo que el omega más perfecto que alguna vez pisó la faz de la Tierra le pertenecía. Pero no podía, aquello no iba a pasar.

Jeongin, finalmente, comenzó a retirarse despacio. Su omega gruñendo por la separación.

— Lo... lo siento mucho, Hyunjin. Mi-mi celo está a punto de empezar y... no volverá a pasar.

Yang parecía avergonzado y realmente arrepentido. ¿Cómo no estarlo si se había restregado en el cuello de Hyunjin como un desesperado? Había oído cientos de leyendas sobre la combustión espontánea, pero nunca quiso con tantas fuerzas que fuera real.

Mientras, Hyunjin parecía ajeno a la vergüenza del omega. Su tono arrepentido caló con fuerza en su persona, Mi celo está a punto de empezar, no volverá a pasar. Claro que no lo haría, no podía permitirse hacerse ilusiones cuando Jeongin sólo había seguido sus instintos guiado por el próximo inicio de su celo. Era una reacción natural, no significaba que sintiera algo por él. Aún así, una sensación de vacío se instauró en alguna parte bajo sus costillas, sospechosamente cerca de su corazón.

— No importa. Vamos a ver la película.

No habrían podido hacerlo ni aunque hubieran empleado toda su fuerza de voluntad.

Los ojos de Hyunjin parecían estar anclados en Jeongin y en su perfecto perfil. Se deslizaban con admiración, acariciando con la mirada sus largas y rizadas pestañas, sus pómulos altos, su nariz respingona y sus voluminosos labios. Dios, se moría por besar esos labios. Aunque el jadeo que escapó de estos cortó todo el fantaseoso flujo de sus pensamientos. Y la oleada de olor a omega que se esparció después por toda la sala le hizo clavar las uñas tan profundo en la butaca que sintió que arrancaría la tela.

Absolutamente todo el cine pareció entrar en tensión, incluso Chan parecía haber tensado todos los músculos de su cuerpo.

— Jeongin.

Seungmin no se molestó en susurrar cuando lo sintió. Su amigo acababa de entrar en celo. ¿Cómo podía ser tan irresponsable? Lo único que recibió como respuesta fue un agónico jadeo entrecortado. Jeongin lloraba, y podía verlo temblar desde su lugar.

Se levantó, ignorando a los alfas que permanecían con expresiones pétreas y ojos cerrados, intentando mantener el control. El olor de omega de Jeongin era uno de los más fuertes que Seungmin había olido jamás. Era tan irresponsable lo que había hecho, no importaba cuántas ganas tuviera de acudir a esa especie de cita con Hyunjin.

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