DÍA 5: LIBRE ✔️

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Maldita sea su suerte.

Solo quería despreciar a sus ojos por ver aquello que no podía tocar, saborear, lamer, besar... Morder. Pero simplemente no podía dejar de mirar, intentó apartar la mirada muchas veces, intentó concentrarse en las odiosas gráficas que le estaban siendo mostradas de como iban los números de la empresa, intentó distraerse en el paisaje de la ciudad que ofrecía aquella sala de reuniones que era su condena ahora mismo. Intentó pero simplemente no podía, solo podía culparse de su tremenda e injustificada imaginación volando como un ave libre en el cielo y mantener una fingida calma ante todos los que ese día estaban reunidos para dar su informe mensual de sus respectivos departamentos, no teniendo ni la más remota idea de lo que su admirable jefe pensaba mientras mantenía una postura firme de brazos cruzados y manos de dedos entrelazados sobre la carpeta con documentación abierta de par en par sobre aquella mesa de madera pulida y oscura tan elegante.

Para los demás parecía estar atento a la elaborada explicación que estaba dando su vicepresidente, aquel hombre que se había ganado su respeto y cierta envidia por su historial de genialidad en esa empresa, que ni bien cumplió su primer mes como un oficinista más de planta fue escalando puestos hasta que finalmente llegó a la posición donde se encontraba ahora. Siendo objeto de deseo de su jefe. Y Megumi Fushiguro lo sabía, sabía que lo estaban mirando con descaro, con deseo, o más bien estaban mirándole el trasero, por eso, cada vez que se volteaba a seguir dando la innecesaria explicación extendida que estaba dando a sus compañeros y luego de hacer un par de ademanes, volvía a voltear esta vez respingando un poco más las nalgas que a vista de Ryomen Sukuna se veían brillantes y deseosas en esos pantalones de pinza azul índigo. Quería destrozar esa imagen pulcra e intachable de su mano derecha como lo venía haciendo desde hace ya seis meses atrás, cuando el chico frente a ellos iba y venía con el café que era para juntas como la que ahora presidía.

Ryomen cerro un momento los ojos y suspiro con pesadez, de verdad tenía que concentrarse en otra cosa si no quería salir de ahí directo al baño a desahogar su frustración recordando las imágenes y sensaciones que le perseguían cada que veía a ese chico pasar frente a el, esas películas que se reproducían en su mente de todas esas veces que pasaron la noche juntos, de todas esas veces que Megumi le miraba con lujuria o le daba besos húmedos en cualquier parte de su anatomía ¡No, basta! Y ahí iba de nuevo... Solo quería que esas imágenes se quitaran un momento de su cabeza y pudiera concentrarse en esa estúpida presentación. A su mente llegó a su abuelo Wasuke sujetando el puente de su nariz con una expresión de total hartazgo y luego dandole un fuerte golpe en la nuca. "Cálmate, mocoso hormonal..." Eso era lo que le decía su abuelo y precisamente así se sentía en esos momentos, hasta que la voz de Yuta Okkotsu, el líder del área de contabilidad se coló en sus oídos.

-¿Se encuentra bien, Sukuna?- No. No se encontraba ni se sentía bien en absoluto. Pero aún así le volteo a mirar con una mirada seria que, según él, transmitía un mensaje de que estaba interrumpiendo algo. Se percató de que todo quedó en silencio y todos los presentes en la junta clavaron su mirada curiosa en él.

-Claro que sí, me encuentro perfectamente ¿Por qué lo preguntas?- Su voz era neutra, aún que tuviera un nudo en su garganta y esa sensación de estar produciendo mucha más saliva de lo normal.

-Bueno... Todos en esta sala...- El hombre a su derecha pareció pensar mejor sus siguientes palabras y entonces cerró los ojos, dibujo en su rostro una sonrisa forzada e hizo una ligera negación con la cabeza. -Por nada señor, puros espejismos míos...

-Bien. Eso creí, Okkotsu.- Y volvió a dirigir su mirada al frente. Muy mala idea.

Cuando sus ojos volvieron al frente pudo ver esa mirada en el vicepresidente de su compañía que le decía a gritos que no iba a parar hasta joderle la existencia por completo y se arrepintió, se sintió descubierto por un cazador que acechaba a su presa y la tenía bien estudiada y localizada. Así era la penetrante y afilada mirada color miel, que en ese momento parecía arder en las llamas del infierno.

KAGE NO SEIIKI - Sukufushi Week 2024Where stories live. Discover now