ーASESINO EN EL ZOOー

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"Quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí mismo"

Hermann Hesseー

🚬

Llegó el día, el día que estuvo esperando tanto William, el día que anhelaba tanto El Señor del Crimen.

Se ajustó la corbata y dió palmaditas en su traje marrón como si estuviera limpiandolo, sonrió ligeramente mirandose en el espejo.

- Te atraparé. - Susurró Moriarty dando una última palmada en su traje para luego salir de su hogar y caminar hacia el zoo.

No quedaba lejos, aunque sí lo suficiente como para que cuando llegara ya estuviera algo exhausto. Visualizó una gran entrada abierta con sus puertas de hierro abiertas de par en par, sonre las puertas, unos arbustos que desde su perspectiva y su sincera opinion, juraría que eran falsos.

Entró y caminó sin rumbo fijo. En la carta del asesino ponía dragones chinos, estaba claro que se refería a las serpientes por su alargado cuerpo parecido a un dragón chino, con eso pudo saber que su asesino no sabia mucho sobre la cultura de otros países. También ponía que si no lo encontraba ahí estaría junto a dinosarios, o bueno, dragones. Los dragones de comodo tienen una característica específica que a la vista de un niño sin duda era un dinosario.

- ¿El asesino tiene consciencia de crío? - Pensó frunciendo el ceño algo molesto.

Bajó las escaleras metiendose en una sala con temática cueva en donde habian varios paneles de cristal que dejaban ver muchos tipos de serpientes u otros tipos de animales nocturnos o los que habítan bajo o por encima de la tierra; topos, tortugas, arañas etc.

De pronto se encontró con un panel curioso, era más pequeño comparado con el panel de su lado, se acercó y miró en su interior olvidandose del hombre a un lado suyo y a una familia que se alejó de su paradero en cuanto se acercó. Miró fijamente a la serpiente totalmente blanca de ojos azules frente a él, enrollada en una rama improvisada de madera. Ella también lo observaba fijamente, se sintió como si estuviera hablando con la serpiente solo con la mirada. Rápidamente miró a la placa que yacía a un lado clavada en la pared, leyó el nombre de aquella serpiente y mucha información sobre ella que también se encontraba en la placa.

- Pitón real leucística. - Susurró fascinado con sus ojos brillosos y sus mejillas rosadas volvió la vista a la serpiente. - Es hermosa. - Pensó.

- Sí, una serpiente hermosa.

Mudo, un nudo comenzó a aparecer en su garganta y miró de reojo al hombre que no imitó ni siguió a la familia de antes. Sus ojos estaban tan abiertos por la sorpresa que comenzó a sentir como estos se congelaban por el ligero fresco de la cueva improvisada.

- Me a leído la mente. - Pensó William relajando rápidamente la mirada. - Es él. - Inspiró para luego soltar el aire por donde habia entrado: la nariz. - Exacto. - Respondió mirando a la serpiente. Para intimidar tenias que mostrar desinterés.

- Bueno.. Ya estoy aquí, le apetece un helado? Sr. Detective. - Preguntó y sonrió ampliamente agarrandole del hombro haciendo estremecer al hombre contrario.

- ¿Un helado? - Lo miró de reojo, sus ojos azules zafiro le penetraron la mirada al igual que la serpiente blanca.

- Sí, un helado, de paso hablamos.. Seguramente tienes muchas cosas que preguntar y yo las responderé.

William definitivamente no confiaba en este hombre, pero, acaso habria otra ocasión en la que se encontraría con él? Además, le daba curiosidad el porqué de la extraña confianza que tiene El Señor del Crimen hacia él.

CORAZÓN ROBADOOnde histórias criam vida. Descubra agora