parte única.

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Enzo y Julián han sido amigos desde bien chicos. Sus padres eran evangélicos y visitaban la iglesia todos los sábados y domingos. Los chicos crecieron en todo ese ambiente religioso, pero tienen personalidades completamente diferentes.

Enzo siempre fue un chico más de calle y atrevido para cualquier cosa, tenía ese estilo turro, como le dicen en el barrio. Le gustaba ir a la iglesia y estar con sus amigos, la mayor parte del tiempo solo iba por eso o porque sus viejos lo obligan ya que no es un chico de fé como sus padres quieren que sea.

En cambio, Julián es más delicado e introvertido, dulce y siempre muy cariñoso con todos, medio inocente también.

Ir a la iglesia era su actividad favorita, estar en la presencia de Dios era importante para él. Siempre ha sido la princesa de la familia, delicado y tierno.

Ellos eran muy buenos amigos, a pesar de la fuerte personalidad de Enzo, siempre se llevaron bien. Pero todo cambió cuando Enzo cumplió 19 años. Comenzó a salir mucho, casi nunca iba a la iglesia con sus padres, se hizo varios piercings y todos tatuajes que pudo. Claro que sus padres no aprobaron eso, las actitudes de Enzo habían cambiado. Era más rebelde y muy cerrado en su propio mundo.

A Julián tampoco le gustaba eso, apenas veía a su amigo y cada vez que lo veía le daba consejos para que saliera de la vida loca que estaba teniendo y volviera a la iglesia, que fuera el chico dulce y divertido que solía ser. Pero las cosas habían cambiado, el propio Julián también había cambiado, no tanto como Enzo, por supuesto. Pero había cambiado.

A la edad de los 18 años, el chico había ganado un buen cuerpo y unas curvas maravillosas. Cada vez que iba a la iglesia, veía las miradas de los chicos y chicas en su cuerpo y se ponía tímido al respecto. No vio maldad en nada, tenía en mente que solo tendría relaciones sexuales solo después de la boda, como decían los mandamientos de Dios.

Bueno, Enzo… él no era un santo, no, nunca lo fue. Perdió su virginidad a los 16 y los 19 ni se acordaba de cuántas personas había cogido en su vida. Amaba el sexo, su mente estaba un poco retorcida, juró que si alguna vez volvía a poner un pie en la iglesia se quemaría. Pero bueno, sabía que tenía encanto y estaba como quería, la gente caía a sus pies y le gustaba.

Era domingo, día de ir a la iglesia. Julián ya estaba listo en la sala esperando a que sus padres se alistaran para irse. Llevaba un vestido color rosa con tirantes finos, su cabello bien peinado y sus labios tenían un brillo labial con sabor a cereza. Tenía muchas ganas de ir a la iglesia porque, por lo que escuchó, Enzo asistirá.

Hacía un tiempo que no veía a su amigo, Julián estudiaba mucho y casi nunca salía de su casa y Enzo salía mucho y además ya había terminado el colegio por lo que no se habían visto en algunas semanas.

Estaba mirando su Instagram cuando vio una foto de Enzo con sus amigos y wow, sintió algo en sus partes íntimas, como él le decía, cuando vio a Enzo. Estaba sin camisa en lo que parecía ser una fiesta, tenía un trago en la mano y sus ojos estaban inyectados en sangre. Su cuerpo también estaba mojado indicando que estaba en la piscina o algo así.

Estaba sonriendo y estaba rodeado de sus amigos y unas chicas. Julián estaba casi babeando mirando el definido vientre de su amigo, él hizo zoom en la foto y vió las gotas de agua desaparecer dentro de los pantalones cortos que llevaba puesto.

Se le hizo agua la boca y pronto cerró la aplicación golpeándose mentalmente por casi babear sobre la foto de su amigo. Eso estaba mal, Julián era un chico puro y no entendía por qué sentía cosquillas bajo su vientre. Salió de sus pensamientos cuando sus padres entraron a la sala listos para irse.

When I'm down on my knees, you're how I pray ☆ Enzo x Julián Where stories live. Discover now